Cuando escuché al
primer productor pecuario decir que necesitaban ayuda del gobierno, pensé:
bueno hay que esperar, tal vez los otros
traigan un discurso diferente. Pero luego vino el segundo, el tercero, el cuarto y así
hasta casi una docena de oradores. Todos coincidieron en una cosa, trátese de
caminos, alimentos para ganado, ayudas para la comercialización, necesidades
sanitarias, reposición de sementales, financiamiento,
todo es necesario que venga de las dependencias federales y estatales cuyos
representantes estaban en el presídium
del evento.
La palabra apoyo es
la que más se repitió en las participaciones de los asistentes. Si a todos
ellos los alineamos y les tendemos una raya abajo, el común denominador resulta
ser “apoyos, ayudas, auxilios, echadas de mano”, lo que sea. Por varios
momentos me pareció estar en una reunión del PRI de los años setentas, ochentas,
los noventas y así hasta la segunda década del siglo XXI. Nada cambia, dijo la
Reyna Roja a Alicia, con tal que controles el cambio.
13 Foro temático de
la Federación de Colegios de Economistas y el Colegio de Economistas de Sonora.
Sector Pecuario: Prioridades y Retos, Hermosillo, un agradable sábado de abril
de 2013. ¿Prioridades? Todas las ayudas son prioritarias. ¿Retos? Los retos es
que el gobierno, los funcionarios, los políticos ayuden, apoyen, nos escuchen,
nos comprendan.
Al frente de las
organizaciones de profesionales de la economía, están dos figuras inteligentes,
brillantes, de muchas virtudes y trayectorias impecables. Me refiero a Jesús
Alberto Cano Vélez, presidente de la Federación de Colegios de Economistas de
México y Jesús Elierze Caballero Lagarda, presidente del Colegio de Economistas
de Sonora, a quienes considero antes que nada, amigos después colegas y
compañeros del gremio de los economistas.
Ellos hicieron la convocatoria y organizaron
el evento; ellos son los conductos para que gobierno y productores se
comuniquen, se entiendan. Un sincero, auténtico reconocimiento al trabajo y
objetivos del gremio de los economistas a nivel nacional y en nuestro estado.
Estoy orgulloso de pertenecer a esas organizaciones y contar con la honrosa
amistad y aprecio mutuo de dos prestigiosos sonorenses.
Eventos como el que
comento deben ser vistos en todos sus alcances y uno muy importante es la continuación del
diálogo más allá del suceso mediático y político. Una mayoritaria proporción
del territorio de Sonora está dedicado a la ganadería y parece estar en un
proceso de desertificación que hacen insuficientes las medidas y programas que
realizan por igual rancheros y dependencias oficiales.
Existe avance,
insuficiente pero al menos se da, en la cadena de insumos y servicios, pero a juzgar
por el volumen de importaciones no hay señales de que se pretenda la
integración industrial. Pero además, ¿qué hay de las empacadoras, las
enlatadoras, las fábricas de conservas; que del tratamiento de las pieles y el
resto de los procesos vinculados como el calzado?
El gobierno, en sus
tres niveles, es claramente responsable de muchas funciones como la normatividad,
la sanidad, la infraestructura, la vigilancia, la organización, la legalidad,
la seguridad. Esto nadie lo discute y ningún esfuerzo por mejorar esas
funciones será suficiente en la inmensidad del territorio sonorense. Pero…de ahí
a esperar que lo resuelva todo, no parece ser sensato.
El sector ganadero,
está en la mira de Mitoclasta ya que comparte con la agricultura extensiva en
el desierto, el mismo origen, el mismo mito, los mismos tabúes, los mismos
discursos. Por cierto, los ganaderos son fáciles presas de una figura poderosa
que son los representantes de las grandes corporaciones procesadoras y comercializadoras
del mercado estadounidense.
En la misma forma que
los agricultores envían legumbres y hortalizas empacadas, los rancheros embarcan
becerros. Lo mismo pasa con los pescadores: se cierra el caprichoso comprador
imperialista y se nos echan a perder los productos. En el caso de la ganadería se nos convierten en toros los becerros.
Nuestro mundo
productivo llega, salvo excepciones, a empacar la fruta, la calabaza y en el
caso de los ganaderos a producir el becerro, bañarlo antes de llevarlo a la
frontera para que sea aceptado por los cattle brokers y algunos meses después nos
lo regresen empacados y listos para presumir una carne asada estilo Sonora.
Salí confundido del
evento. En plena apertura, tras décadas de neo-liberalismo, whatever, whatever
that means, en la intensificación de la
globalización, en el reinado del mercado, los productores requieren de ayudas
para salir adelante. Nada de oportunidades de innovación, de asociación, de
encadenamientos, de cooperación, sólo el clamor por ayuda es lo que los une.
Levanto la mano, pido
la palabra, opino. ¿No sería posible
salirse de la sombra densa del mito?¿ Develar el negro manto de la
leyenda fabricada a partir del subsidio y
de espaldas a la formación de empresas que agreguen valor a la
producción primaria?. ¿De los 300 mil becerros y vaquillas que se deben estar
exportando en este año, no habría forma que alguna cantidad de esas cabezas se
quedara en casa a engordar y abastecer el
demandante mercado local de las carnes asadas?
¿Si somos ganaderos de
tradición y exitosos a más no poder, qué esperamos para agrandar la actividad de
engorda, procesamiento, distribución y venta de tan preciado producto? ¿Por qué
cada vez que voy a la carnicería los empleados destapan cajas de Texas, Colorado,
USA o de Alberta, Canadá.
De acuerdo a un
trabajo de investigadores del CIAD, se puede decir que sólo cuatro de cada diez
kilos que consumimos los sonorenses, provienen de ganado engordado y sacrificado
en el estado. Somos muy buenos ganaderos: buen sombrero, buenas botas, buena
ropa, panza contenta y seguro familia solvente y feliz, pero incapaces de
fabricar los cárnicos que consumimos.
Son reflexiones,
reflexiones nada más. Y recuerda: el éxito no garantiza la felicidad; pero la
felicidad es el éxito. Saludos.