sábado, 1 de junio de 2013

The guardians of the nation




by Edgar Pina
(Translated by David Brookbank)

Every day or, more likely, every week, those disciplined soldiers of the Mexican National Army, deployed at the Benjamin Hill Check Point in Sonora, find in passenger buses traveling from south to north, suitcases, bags, ice chests and little packages filled with a variety of drugs.

Depending on the substance and the quantity, the suspect -- who could be any passenger selected at the judgment of the uniformed character doing the search -- is subjected to detention and an overwhelming accusation of drug trafficking in which the accused is presented with a horror film (complete with the prosecuting attorneys, police, judges, jailers and convicts) which ends, after a back and forth between threats and friendly levity, in a request for payment, a fine, an extortion, a bribe which, no matter how burdensome it might be, seems like a marvelous solution to the detained.

Nearly one hundred percent of cases, for certain, are resolved in this manner.

The experience of Yanira Maldonado and her husband Gary ended differently. Their appearance, their lifestyle, their nationality, their backgrounds and, above all else, their proven innocence, brought about their just release, leaving the jealous guardians of the well-being of the citizenry (Americans, primarily) in the ridiculous situation of having accused an innocent, while the true perpetrator, if in fact there was one, got off free of charges and responsibility.

The social cost of maintaining this farce of war on drug trafficking is enormous. And I am not referring only to the cost of buildings, installations, vehicles, technology, food, fuel, wages for troops and officers, but rather to the even greater delays, losses and inconveniences suffered by hundreds of vehicles transporting people and merchandise that inevitably must (as we must) pass through these check points.

But at the same time that this scheme multiples across various points of the Mexican republic, a huge number of routes operate day and night, from south to north, by land, sea and air, transporting enormous tons of drugs, which enter, not surprisingly, into North America, to supply the vice, the vices, of millions -- yes, they are millions -- of US consumers.

Perhaps futurologists could help us speculate on future scenarios on a continent where the consumption is in the north and a good part of the production is in the south. The legalization of marijuana in various US states for medical uses, as well as for "so-called" medical uses, and the proliferation of and growth of production facilities -- with engineered species and everything else -- the length and width of the geography of the land of Uncle Sam, are important components of the scenario to come, but it isn't easy to imagine it in its complexity

Accordingly, realize that no amount of precaution is too much when you travel by bus, shuttle van or private car since you will have to face these individuals, generally malevolent, on the roadways, individuals who in the best of cases will only interrogate you as to your identity, occupation and the sort of material you are transporting. 

These -- who we support with our taxes -- are the guardians of the nation and all the rest of us are guilty, until we can prove that we are innocent.


viernes, 31 de mayo de 2013

Los guardianes de la patria por Edgar Piña



Todos los días, o más probablemente, todas las semanas los disciplinados soldados del Ejercito Nacional Mexicano, destacados en el Punto de Revisión de Benjamín Hill, Sonora, encuentran en los autobuses de pasajeros circulando de sur a norte, maletas, bolsas, hieleras y pequeños envoltorios conteniendo diversas drogas.

Dependiendo de la sustancia y la cantidad, el sospechoso –que puede ser cualquier pasajero seleccionado  a juicio del mono uniformado que hace la revisión-, es sometido a una detención que inicia con una contundente acusación de tráfico de drogas en la que se le describe al inculpado una película de terror (con  todo y ministerios públicos, policías, jueces, carceleros y convictos), y termina, tras un  vaivén de amenazas y relajamientos amistosos, en la solicitud de un pago, una multa,  una extorsión,  una mordida que por más onerosa que sea, le parece al detenido una solución maravillosa.

Casi el cien por ciento de los casos, se sabe, quedan resueltos en esta forma.

La experiencia de Yanira Maldonado y su esposo Gary resultó diferente. Su aspecto, su modo de vida, su nacionalidad, sus antecedentes y sobre todo, su probada inocencia, dieron como resultado su justa liberación dejando a los celosos guardianes de la salud de los ciudadanos (americanos, principalmente), en la ridícula situación de haber inculpado a una inocente, mientras el verdadero culpable, si es que realmente lo hubo, quedó libre de cargo y culpa.

El costo social de mantener esas farsas de combate al narcotráfico es enorme. Y no me refiero solamente al costo de los edificios, instalaciones,  camiones, tecnología, alimentos,  combustibles, sueldos de tropa y oficiales, sino al todavía mayor de demoras, pérdidas y contratiempos que sufren cientos de unidades de transporte de personas y mercancías que inevitablemente tienen (tenemos) que pasar por esos puntos de revisión.

Pero al mismo tiempo que este esquema se multiplica en varios puntos de la república mexicana, una gran cantidad de rutas funcionan día y noche, de sur a norte, por tierra, mar y aire, transportando enormes tonelajes de estupefacientes, que ingresan, sin novedad, al territorio norteamericano, para mantener el vicio, los vicios, de millones –sí son millones- de consumidores estadounidenses. 

Tal vez los futurólogos, nos podrían ayudar a especular sobre los escenarios futuros en un continente donde el consumo está en el norte y buena parte de la producción está en el sur. La legalización de la marihuana en varios estados de la Unión Americana tanto para usos médicos como para usos “dizque” médicos, y la multiplicación y fortalecimiento de unidades productivas -con especies mejoradas y toda la cosa- a lo largo y ancho de la geografía del país de uncle Sam, son importantes componentes del escenario por venir, pero no es fácil imaginarlo en su complejidad.

Por lo pronto, tomen nota de que ninguna precaución sale sobrando, cuando ustedes viajen en autobús, shuttle van o carro particular ya que tendrán que enfrentar a esos personajes de la carretera, generalmente siniestros, que en el mejor de los casos sólo te interrogan sobre tu identidad, tu ocupación y el tipo de carga que transportas. 

Ellos -  a quienes mantenemos con nuestros impuestos-  son los guardianes de la patria y todos los demás  somos culpables, hasta que podamos demostrar que somos inocentes.