Edgar Piña Ortiz[1]
Resumen
En este trabajo se revisa la teoría clásica de la
integración en busca de referencias a la industria maquiladora de exportación
(IME), como factor de integración económica. Luego se examinan las cifras de la
balanza de mercancías del estado de Sonora y se cuestiona si el superávit
comercial registrado se corresponde con una entrada real de divisas a la
economía sonorense. Tras de analizar el régimen legal en materia de control de
cambios aplicable a la IME y de efectuar algunas consideraciones en torno al
impacto hipotético que sobre la economía local tendría un flujo de divisas de
la magnitud que la estadística indica, se arriba a la conclusión de que más
bien se trata de una ilusión contable que no tiene sustento en la realidad.
Palabras clave: maquiladora, balanza comercial,
generación de divisas, control de cambios.
ABSTRACT
This paper reviews the classical theory of
integration in search for references to the maquiladora
industry (IME) as a factor of economic integration. After examining the figures in
Sonora state´s balance of goods, it questions whether the trade surplus
corresponds to an actual entry of currency into the state economy. Subsequently
an analysis of the exchange control legal regime applicable to the IME is done,
and some considerations as well about the hypothetical impact that a currency
flow of such magnitude as the statistics indicate, would have on the local
economy; we arrive at the conclusion that it is rather an accounting illusion
that has no basis in reality.
Keywords: maquiladora, trade balance, foreign
currency, exchange control.
La industria maquiladora de Sonora,
al igual que la establecida en otras localidades de la frontera norte de
México, tiene sus antecedentes desde mediados de la década de los sesentas del
siglo pasado. Es decir, tiene una antigüedad prácticamente de medio siglo.
Ciertamente desde los inicios de esta
actividad el discurso, la justificación,
la filosofía declarada, alude principalmente a una política de fomento
industrial, laboral y fiscal vinculada a la creación de empleosy a un despegue
manufacturero que impacte el mercado interno, con derrame tecnológico y de
divisas, insertado en la apertura y la globalización.
Después de medio siglo de
establecida, la industria maquiladora de Sonora, ahora también presente en
localidades no fronterizas, sigue siendo lo que siempre ha sido. Un redituable
negocio de ensamblado de las piezas que integran productos terminados para su
regreso a su país de origen, bajo condiciones ventajosas en materia de
salarios, fiscal, control de cambios, laboral y ambiental, principalmente.
Una primera revisión documental del
fenómeno de producción industrial maquilador, nos permite identificar dos corrientes, a veces
no muy bien definidas, pero que consisten, una la que agrupa visiones
optimistas y brillantes y, otra, la que se dibuja en claroscuros, en ventajas y
desventajas, en interrogantes más que en respuestas.
En la primera agrupación
los argumentos más comunes consisten en que la industria maquiladora de
exportación (IME) significa la creación masiva de empleos, una balanza
comercial positiva, fincada en las exportaciones manufactureras; una sana
entrada de divisas al país; transferencia tecnológica, desarrollo empresarial, encadenamientos
de suministros y servicios locales y
algunos otros argumentos positivos
(Carrillo y Gomis, 2003; Gómez, 2004; Carrillo y Hualde, 1997)
Existen autores que inclusive
reconstruyen un proceso histórico en el que se distinguen hasta tres o cuatro
generaciones de maquiladoras, una de las cuales se caracteriza por la
existencia de un tipo de negocios que realizan
investigación y desarrollo de productos y mercados (Gómez, 2004:68,
Carrillo, 2009:85), lo cual significaría una integración industrial avanzada.
En la otra visión menos optimista
se argumenta que la demanda de recurso humano consiste preponderantemente en mano de obra no calificada y de bajos
salarios, en la que sobresale el empleo de mujeres jóvenes (Cortez, 2008). Se
sostiene, que las condiciones laborales no son óptimas y que los índices de
rotación son elevados, lo cual refleja inestabilidad en los trabajadores.
En la misma forma en esta diferente
visión del fenómeno maquilador en nuestro país en general y en Sonora en
particular, con frecuencia se resalta que los porcentajes de participación de
los suministros locales son muy bajos en los procesos multinacionales de
fabricación de los productos; que la transferencia tecnológica es escasa y los
impactos en el desarrollo gerencial son limitados (Cortez, 2008; Beldesky et
al, 2004). Hay que agregar, además, la
gran ventaja fiscal de acuerdo a la cual,
las empresas transnacionales propietarias de las marcas, la tecnología y
la maquinaria, gozan de exenciones impositivas, sindicatos complacientes y
normatividades ambientales y sanitarias flexibles.
Nuestra particular apreciación del
fenómeno maquilador es que sin lugar a dudas ha jugado un papel casi vital en
el aspecto de la creación de empleos a mano de obra no calificada y de bajas
percepciones salariales, el cual es, sin lugar a dudas un estímulo importante
al sector comercial y de servicios de las localidades donde existen este tipo
de plantas.
En la misma forma se apoya el
argumento de que la IME en Sonora exhibe una limitada vinculación con el
desarrollo local, lo cual la aleja del cumplimiento de la expectativa legítima
de la integración económica entre los países.
Otros aspectos de la IME que no son
objeto de atención de este documento y que actualmente están bajo escrutinio y
discusión, son los encadenamientos productivos de la maquila con las economías
locales, la transferencia tecnológica y el tema ya aludido de la creación de
empleo y la derrama salarial en el mercado interno.
El objetivo de este trabajo
consiste en discernir si la balanza
comercial positiva y la entrada de divisas generada por la IME tienen un
impacto significativo en la balanza de pagos del país y en el desarrollo de las
localidades sonorenses que albergan este tipo de empresas.
Pero para enmarcar el tema en el
más amplio de la integración económica entre países, en este documento se
inicia con una revisión de la llamada teoría clásica de la integración cuyo fin
consiste en indagar si el fenómeno de la industria maquiladora forma o formaba
parte del esquema teórico y conceptual de los economistas de la integración.
Luego se examina la información disponible sobre la cuenta de
mercancías del sector externo del estado y se busca el apoyo de otros autores
para intentar identificar algunos hechos de la realidad que clarifiquen la
existencia o no de un saldo real positivo del comercio exterior y una entrada
verdadera de divisas al mercado financiero regional.
2. Aspectos teóricos de la maquiladora y la integración económica.
No se han encontrado hasta ahora, antecedentes
teóricos de la maquiladora como factor de integración. En algunos de los
textos, que se pueden considerar clásicos de la integración, el concepto de este tipo de industria no
parece estar contemplado, como se verá líneas adelante.
Por otro lado, existen investigaciones
académicas que tratan a la IME como
objetos de estudio en torno a modelos de industrialización o como producto de
la globalización y la transnacionalización de la producción industrial. Es
posible encontrar una interesante colección de estudios y disertaciones sobre
la IME, en las que se investigan, con diversidad de enfoques e intereses, sobre
prácticamente todos los aspectos involucrados en la industria.
Sin embargo, percibimos algunos temas que se
han omitido o que su tratamiento es superficial y de pasada. Son éstos los de
la IME como fuente de exportaciones del país y como generadora de divisas para
nuestra balanza de pagos. Más adelante regresamos a este tema que es
propiamente el objeto de este trabajo.
El cuadro 1,
elaborado en base al documento Tipos de Integración Económica de Bela
Balassa (1976), contiene en forma resumida lo que algunos autores consideran
como proceso de integración económica.
Cuadro
1
Etapas de la integración
económica
(Según
varios autores)
Balassa
|
Literatura
Occidental
|
Kitamura
|
Pinder
|
Vajda
|
1.Zona de Libre
Mercado
2.Unión Aduanera
3.Mercado Común
4.Unión Económica
5.Integración
Total
|
1.Integración commercial
2. Integración de
factores de producción
3.Política de armonización
4.Política de
integración total
|
La coordinación y armonización de políticas
económicas nacionales, será
instrumento importante en las etapas iniciales del proceso.
En ciertas circunstancias la integración puede ser
lograda aun sin levantamiento de barreras comerciales.
|
La integración económica, se considera en dos formas:
como eliminación de obstáculos comerciales entre los países y como la
aplicación de políticas que aseguren objetivos económicos y bienestar.
|
Propone una distinción entre integración de mercados
e integración de la producción y el desarrollo.
Lo primero significa ventas libre entre los socios y
lo segundo programación de industrias con economías de escala.
|
Fuente: Elaboración propia con información de
Balassa, 1976.
Como se puede observar en este resumen, la IME
o cualquier forma de producción e intercambio que se le asemeje, no forma parte
de las etapas de un proceso de integración económica, al menos como se entendía
en los años en que estos autores ofrecieron sus propuestas.
Sin embargo, al requerir la maquiladora la
libre entrada y salida de piezas y mercancías entre dos o varios países, se
puede aceptar identificarla como componente de una zona de libre comercio, aun
cuando en sentido estricto no existe comercialización de las mercancías en el
país donde se ensamblan los productos terminados[2].
En la misma forma, lo aportado por Vajda, es
decir, el concepto de integración económica entendido como integración de la
producción y el desarrollo o como programación de industrias con economías de
escala, también podría encajar como categoría teórica con lo que está
sucediendo en la realidad, esto es, el establecimiento y permanencia de la IME
en Sonora. Sin embargo, esta condición de economías de escala se cumpliría
localmente siempre y cuando fuera observable en la realidad un claro proceso de
encadenamientos con la industria doméstica.
Veamos ahora el resultado de una exploración en busca
de antecedentes teóricos de la actividad maquiladora.
2.1 Estudios antecedentes sobre la IME y la integración
Una búsqueda del tema de la maquiladora y su inserción en la teoría de la integración
generó como resultado la localización de algunos trabajos que la consideran
como modelo de industrialización, lo
cual en cierta forma puede entenderse como un paradigma de crecimiento y
desarrollo, es decir, de integración económica.
Para empezar, es posible
aseverar que tanto la discusión teórica como la investigación realizada en esta
área de los modelos de industrialización en México han sido hasta el momento
limitadas a unos cuantos autores.
De la Garza Toledo et al
(1998), intentan un diagnóstico de las formas de industrialización en nuestro
país a finales de los noventas, sobre la base de los tipos de articulación
entre, por un lado, la base socio técnica (tecnología, organización del
trabajo, relaciones laborales y fuerza de trabajo) de la empresa y, por el
otro, los mercados y el gobierno.
El propósito de estos
autores al efectuar este estudio consistió en analizar la potencialidad de
estas formas de industrialización en contextos macroeconómicos abiertos --lo
cual en cierta forma coincide con la situación actual del país--, y esbozar las
condiciones para el desarrollo de modelos alternativos de industrialización.
Después de discutir los
tipos de encadenamientos productivos posibles en las diversas regiones
industriales de nuestro país, el grupo de investigadores coordinados por De la
Garza, estuvieron en condiciones de construir dos escenarios extremos
denominados distritos industriales y ciudades empresariales.
Un distrito industrial es aquel que se
caracteriza, de acuerdo a estos investigadores, por la existencia de vínculos
entre sistemas de producción y distribución y las culturas laborales de los
actores involucrados en zonas geográficas reducidas, pero de intensa
interacción empresarial.
En este escenario los encadenamientos
productivos son por lo general cooperativos –más que competitivos-, equitativos
y armónicos. Bajo esta forma de industrialización son frecuentes los sistemas
de lean production, especialización
flexible y re-profesionalización del trabajo (Ibídem: 93)
Por lo que se refiere al
modelo industrial de las ciudades
empresariales, continúan estos autores, los teóricos de la Nueva División
Internacional del Trabajo (NDIT), las consideran como escenarios tipo enclave,
en los cuales la integración regional es casi nula y las grandes compañías
están en posibilidades de establecer un control prácticamente total sobre las
condiciones de la producción industrial.
Bajo esta modalidad de
producción, la mayor parte de los insumos son importados y la totalidad de la
producción está dirigida al mercado mundial. El encadenamiento de los mercados
de trabajo locales resulta precario, en
tanto que se busca contratar fuerza de trabajo descalificada y fácilmente
sustituible.
Un aspecto importante de
este modelo es la facilidad de relocalización que las empresas tienen al
encontrar mejores facilidades en otras partes del mundo. Cuando esto sucede, el
gobierno es un actor de intervención limitada ya que su función es de
implementador de respuestas contingentes frente a la acción de las empresas, a
las cuales busca atraer y retener dentro de sus fronteras.
En este modelo, las
formas culturales de las comunidades en relación con el trabajo y la
producción, así como las formas tradicionales de cooperación regional, que
pudieran existir, poco o nada tendrían que ver con estas empresas, ya que el
tipo de red al que pertenecen estas plantas industriales, es uno que se
dispersa a lo largo de los países, y es controlado exógenamente desde los
países centrales (Ibidem: 94).
Para otros autores, en la
perspectiva de la globalización y la transnacionalización de los
mercados y en algunos casos según su papel en los procesos de integración
económica de los países, la maquiladora es observada como parte
de un modelo orientado a la exportación, en el contexto de estrategias de
reestructuración productiva de los países industriales, en su lucha por el
abaratamiento de costos y la
competitividad en los mercados de consumo.
Así, para Delgado W. et
al (2007), el modelo exportador de fuerza de trabajo, contempla dos mecanismos
de exportación laboral. Uno es el directo, vía la migración de la fuerza de
trabajo, y otro es el indirecto, mediante lo que ellos llaman la maquila y la maquila encubierta.
De acuerdo a estos
autores, la IME, la regular y la encubierta, funciona sólo como centro
abaratador de costos de manufactura, pero por sus efectos está asociada a una
dinámica degradante que repercute en cuatro aspectos de la economía nacional:
la generación de procesos de des-acumulación; la transferencia al exterior de
fuerza de trabajo cuyos costos recaen en la economía doméstica; el
desmantelamiento de buena parte del aparato productivo interno; y el
achicamiento y precarización del empleo formal de calidad.
La expresión concluyente
de estos investigadores es que el fenómeno mundial de la industria maquiladora
de exportación es posible identificarlo, sin lugar a dudas, como un componente
importante en los procesos de apertura e integración económica entre países de
diverso nivel de desarrollo industrial.
Con estos elementos
teóricos, revisemos ahora la IME en su papel de contribuyente a la cuenta de mercancías
con el exterior y como generadora de divisas.
3. La IME como exportadora y generadora de divisas.
La expectativa de incrementar la entrada de divisas y el
fortalecimiento de la balanza de pagos es posible identificarla desde el inicio
de las primeras plantas maquiladoras en la frontera norte de México, por allá a
mediados de los años sesentas del siglo pasado (Bustamante, 1975).
Muchos de los documentos
consultados para este trabajo hacen referencia a este beneficio para la
economía mexicana en general y de Sonora en particular y es un hecho que
después de medio siglo de establecida la IME en nuestro territorio el asunto de
la balanza comercial positiva ha adquirido prácticamente la categoría de axioma
Gómez en su trabajo ya
citado sobre el desarrollo de la IME en México destaca que el “desarrollo de la maquila ha tenido evidentes
efectos positivos para la economía mexicana, tanto micro como macroeconómicos.
Entre estos últimos están la creación de empleo, el aumento en las
exportaciones y la contribución positiva a la balanza comercial” (2004:67).
Más recientemente, Cortez y
Ramírez (2008), al referirse al debate acerca de si el “modelo” maquilador es la
estrategia adecuada de desarrollo industrial dicen que ambos lados de la
polémica reconocen el impacto positivo del sector maquilador como generador de
empleo y de divisas.
Vázquez (2009:59) en un
capítulo sobre el itinerario de las transformaciones estructurales de Sonora de
su libro sobre la frontera norte y la
economía sonorense, destaca el dinamismo de las exportaciones del estado y
señala que el comportamiento más significativo de éstas se inicia en los años
noventas coincidiendo con la entrada en producción de la Planta Ford de
Hermosillo.
También subraya este autor
que “de acuerdo a la participación de cada sector en el conjunto de las
exportaciones, destacan los montos de la maquiladoras y a partir de 1990 las de
la industria automotriz” (Ibídem: 60).
Este mismo autor acude a
otros indicadores y cifras para apreciar el avance exportador del estado y la
internacionalización de la economía sonorense, sin omitir el dato de que en lo
que se refiere a la existencia en Sonora de empresas altamente exportadoras
(ALTEX) de seis que existían en 1988 se pasó a 133 en 1996.
Para avanzar en el examen del
esperado impacto positivo de la IME en el comercio exterior del estado, veamos
algunas cifras tomadas del autor citado.
3.1 Las cifras del comercio exterior
En el cuadro 2, se observan
los valores en millones de dólares del remanente en divisas que deja, de
acuerdo a datos oficiales, la dinámica de importaciones-exportaciones de la
maquila en Sonora, a partir de 1990 y
hasta 2002, es decir, una serie de 13 años.
Cuadro 2
Saldo de la balanza comercial
de la IME en Sonora
(Millones de dólares)
1990
|
1991
|
1992
|
1993
|
1994
|
1995
|
1996
|
1997
|
1998
|
1999
|
2000
|
2001
|
2002
|
Total
|
|
Maquiladora
|
244
|
253
|
305
|
363
|
404
|
553
|
485
|
423
|
708
|
686
|
697
|
359
|
524
|
6004
|
Industria Automotriz
|
147
|
203
|
229
|
207
|
361
|
367
|
617
|
657
|
668
|
449
|
352
|
457
|
532
|
5246
|
Suma
|
391
|
456
|
534
|
570
|
765
|
920
|
1102
|
1080
|
1376
|
1135
|
1049
|
816
|
1056
|
11250
|
Fuente: Elaboración propia
con datos tomados de Vázquez, 2009:63.
La suma de los dólares acreditados a la economía sonorense y propiedad de las
empresas foráneas establecidas en el territorio nacional, van de los 391 millones
de dólares en 1990, hasta más de mil millones de dólares en 2002 y alcanzando
la interesante suma de más de 11 mil millones de dólares a lo largo del periodo.
Según la información del cuadro 2, se observa que el crecimiento
promedio del período 1992-2002 por lo que respecta al saldo positivo de las
industrias maquiladora y automotriz, es
del 270% entre 1990 y 2002 lo cual
significa un crecimiento promedio anual del 22 % en los trece años. Nada mal
para un estado urgido de inversiones productivas.
A reserva de explorar otras formas de entendimiento de la situación,
consideremos las cifras en pesos mexicanos.
Para tener una idea del impacto que esta entrada de divisas tendría
sobre la economía regional, acudamos a cifras de referencia, como lo puede ser,
digamos, el presupuesto de ingresos del H. Ayuntamiento de Hermosillo.
Para el año de 2002 la organización municipal responsable de los
servicios públicos, arrancó con la cifra de 856 millones de pesos (INAFED, 2012). Este flujo anual de moneda, es la base
financiera de que disponen las autoridades para entregar a la población una
enorme cantidad de servicios de urbanización, limpia, seguridad, alumbrado,
agua, por mencionar algunas.
Si los 1,056 millones de dólares, saldo remanente de la actividad maquiladora
y automotriz en Sonora en 2002, los convertimos a pesos, esto es 10 por dólar
–tipo de cambio fluctuante en aquel año-, resultan en la cantidad de 10 mil 056 millones
de pesos. Con esta cantidad se suministraría el flujo de efectivo para 11 municipios
como Hermosillo, u once años de presupuesto para la misma municipalidad, al
nivel de gasto del 2002 (856 millones de pesos).
Pudiera ser que esos dólares contabilizados en el registro oficial como
remanentes en Sonora, estuvieran siendo invertidos en las franquicias,
urbanizaciones, desarrollos habitacionales, tiendas al menudeo, salas de cine,
o cualquier otro destino probable.
O también pudiera ser que esos dólares entraran al mercado monetario del
estado y luego se invirtieran en la infraestructura de las ciudades vía
créditos de la banca a los municipios, ya que como bien se sabe ellos también
enfrentan necesidades de servicios, vialidades, agua, control de deshechos y
otros.
Otra hipótesis es que tal vez entran esos dólares al sistema bancario y
este se encarga de transferirlo a otras plazas del país o del extranjero dónde
hay empresas requeridas de financiamiento para innovar, ampliar o reforzar sus
operaciones, o para simplemente permanecer en el mercado.
En busca de respuestas, esto es lo que se encontró.
El primero de septiembre de 1982, el entonces presidente José López
Portillo, en forma simultánea al decreto de nacionalización de la banca,
presentó al H. Congreso de la Unión el referente al Control Generalizado de
Cambios (López Portillo, 1982), en el cual quedan comprendidas las operaciones
de importación y exportación de la industria maquiladora.
Este estricto régimen de control de cambios fue modificado el 13 de
diciembre del mismo año, a la entrada de Miguel de la Madrid al Poder Ejecutivo
y en el se establece la figura del mercado controlado en el que quedan
comprendida la exportación de mercancías que efectúe cualquier persona física o
moral (De la Madrid, 1982 a).
Para el día 20 del mismo mes se decretan las reglas complementarias en
las que el control de cambios se hace más estricto obligando a los exportadores
a vender a la institución de crédito de su elección, al tipo de cambio
controlado de compra, la totalidad de las divisas correspondientes al valor de
tales exportaciones, hecha la deducción de los gastos asociados autorizados en
los términos establecidos en el Compromiso de Venta de Divisas que figurará al
reverso del Pedimento de Exportación correspondiente (De la Madrid, 1982 b).
Por otro lado, es sabido que prácticamente
desde sus inicios en México, las empresas maquiladoras establecidas operan bajo
un contrato de maquila entre la
propia empresa y la matriz radicada en el extranjero. Una empresa que establece un
contrato de maquila no factura el producto final, ya que le pertenece a
la compañía que de inicio le envío el material para que fuese ensamblado en México.
La maquiladora factura el costo de conversión, que viene siendo la mano de obra
y los gastos de fabricación incurridos más un porcentaje mínimo de
ganancia.
Ante esta forma de funcionamiento de la maquiladora a las autoridades no
les quedó otra más que expedir el mismo día que se emitieron las reglas
complementarias, un acuerdo de la entonces Secretaría de Comercio, mediante el
cual se exceptúa a las empresas maquiladoras del mercado controlado de divisas
(Hernández, 1982).
De acuerdo con toda esta normatividad, las empresas maquiladoras están
obligadas a vender divisas, al tipo de cambio oficial, a la banca privada del
país y de ahí tomar los pesos mexicanos que necesitan para pagar sueldos,
salarios, arrendamientos, bienes, servicios,
suministros e impuestos.
En estos conceptos, como se observa, no aparece el renglón de
importaciones y exportaciones, puesto que como se dijo, no existe realmente
esta forma de comercio y se trata de entrada de piezas al territorio nacional,
propiedad de la empresa extranjera, para que sean ensambladas y regresadas al
país de origen, todo bajo un contrato específico firmado por las partes
intervinientes.
En un documento del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM,
firmado por el doctor Reginald L. Davis Scott, y escrito a mediados de los
ochentas (Davis, n.d.), se hace referencia a la legislación concerniente al
régimen monetario de la IME en México.
Davis alude a que desde sus inicios en los años sesentas del siglo
anterior, la maquiladora se ha fomentado como generadora de divisas, vinculada
directamente al exterior y contribuyente substancial de la balanza de pagos de
México con otros países.
Este autor describe los antecedentes legislativos mencionados y hace
referencia a la obligación que tienen las empresas maquiladoras de abrir en
instituciones bancarias de su preferencia cuentas especiales, denominadas en
dólares, en las que se deberán depositar las divisas, con las cuales, una vez
convertidas a pesos mexicanos, al tipo de cambio oficial, deberán de hacer
frente a sus compromisos de pagar
sueldos, salarios y los otros conceptos ya señalados.
Hace alusión Davis al acuerdo que exime del control de cambios a las
exportaciones de las empresas maquiladoras, pero no aporta detalles ni opina
sobre dicho aspecto.
También en este documento, su autor ofrece un discurso de los impactos
benéficos en la economía nacional de la entrada de divisas, pero sin interés en
sopesar la importancia de esa masa monetaria frente a la mayor que significa la
diferencia entre el valor de las importaciones y las exportaciones.
En un artículo sobre el
comercio exterior manufacturero y los límites del crecimiento económico en
México, el profesor Fuji de la Facultad de Economía de la UNAM, analiza el
comportamiento de la balanza comercial manufacturera de 1988 a 1997, en el que
se separan los valores de la industria manufacturera doméstica de la
maquiladora de exportación.
Dice que “como se señaló,
la industria maquiladora ha adquirido creciente importancia como generadora
neta de divisas para financiar parcialmente el déficit comercial de la
manufactura no maquiladora. Al desagregar el superávit comercial del sector
maquilador por divisiones, se observa que el aporte de la VIII (productos metálicos,
maquinaria y equipo) es decisivo al superávit comercial del sector. En 1988
generaba casi las tres cuartas partes del excedente comercial de este segmento
de la industria, proporción que fue descendiendo levemente con el tiempo,
aunque su magnitud en términos absolutos más que se duplicó de ese año a 1997”
(Fuji, 2000:1014).
Luego acepta que “la alta elasticidad de las
importaciones, rasgo tradicional de la economía, creció a raíz de la apertura
externa. Ello se debió a que la industrialización por sustitución de
importaciones de decenios anteriores redundó en una base industrial considerable,
pero que en gran parte no podía competir con los productos importados, por lo
que sobrevivía al amparo de la protección”, la cual al cancelarse expuso a la
industria a la competencia internacional, generando, entre otras cosas, una
dependencia de las importaciones que se refleja en los déficits comerciales.
Este autor concluye que “para
superar la restricción externa al crecimiento de la economía es necesario generar
una estructura industrial interna que esté más integrada, con lo que la
expansión de determinadas ramas estimulará el crecimiento de otras por medio de
la demanda de insumos y de bienes de capital; ello atenuará la elevada elasticidad
de la demanda por importaciones (Ibídem, 2000:1014).
Para este investigador, al
igual que para todos los consultados para este trabajo, al examinar los saldos
superavitarios de la balanza comercial, no parece existir una razón para
indagar si el superávit comercial repercute en una entrada neta de divisas al
país, lo cual como ya se vio no tiene un sustento en la realidad del régimen
legal de la IME.
3.2 Algunas reflexiones sobre la generación de divisas de la IME
Razonemos de esta forma el asunto. Si en
nuestro territorio existen corredores fiscales o zonas francas donde pueden
entrar y salir piezas, suministros, equipos y manufacturas libre de impuestos,
y aprovechando ventajas de mano de obra barata y abundante, facilidades laborales
y ambientales, y algunos otros beneficios, ¿se puede considerar a esa
producción industrial como de nacionalidad mexicana?
Si el trabajo consiste en ensamblar las piezas
que componen el artículo y del total del valor agregado a la importación
temporal, la mayor parte se deriva del trabajo humano y sólo mínimas
proporciones de insumos y servicios locales, ¿Es razonable etiquetar a dichos
productos como mexicanos?
Si la maquinaria, el diseño de productos, la
tecnología, los componentes, la alta gerencia, la distribución, la
mercadotecnia, la venta y finalmente la ganancia no pertenece a empresarios
locales o nacionales, ¿Es lógico registrar esos valores como aportación al PIB
estatal o nacional?
Como algunos autores lo señalan, si nos
referimos a la IME estamos aludiendo a la existencia de enclaves extranjeros en
suelo nacional, del que salen mercaderías para el mercado foráneo y al final de
cada turno laboral trabajadores mexicanos cansados y muy mal pagados.
Todavía cabe otra pregunta más ¿Es correcto considerar
como exportaciones mexicanas los productos ensamblados en las plantas
enclavadas en el territorio nacional por más que lleven el sello Made in Mexico?
La diferencia contable favorable en la balanza
de mercancías entre valor de importaciones y exportaciones, a juzgar por las
consecuencias de la legislación vigente aplicable
a la IME, no ingresa al país y es incomprensible cómo autoridades,
instituciones públicas, académicos e investigadores, consideran la improbable
entrada de dólares a la economía como un axioma, es decir, una afirmación que
no necesita demostración.
Consultado al respecto un notable economista
sonorense no pudo más que coincidir en la interrogante y aventurar que si la
millonada en divisas que genera la IME se invirtiera o se gastara en Sonora
nuestras ciudades asemejarían a las de los emiratos árabes y el número de
jeques locales aumentaría sensiblemente.
Este trabajo se propuso aportar elementos a la
discusión de la industria maquiladora, básicamente en su papel de productora de exportaciones y
generadora de divisas. Otros aspectos
importantes que ayudan a entender el nivel de integración de la economía local
son los referentes al efecto de la IME como oferente de empleo e ingresos al
mercado interno; como centros de transferencia tecnológica; y como generadora
de encadenamientos productivos con la industria local.
Estos
tres aspectos importantes para conocer si la maquiladora es generadora o no de
crecimiento y desarrollo local, han sido investigados por varios autores y
aunque el debate habrá de continuar por algún tiempo, este trabajo se enfocó a resolver
la interrogante sobre el destino de los
remanentes de la cuenta corriente de la balanza de mercancías de Sonora.
4. Conclusiones
La industria maquiladora de
exportación, o cualquier otra forma similar de producción industrial e
intercambio, no figura en la teoría clásica de la integración económica. Su
inclusión en ella, probablemente sea pertinente en la etapa de zona de libre
comercio, por la entrada y salida libre de piezas y manufacturas, aún cuando no
se de el acto de la comercialización en territorio nacional.
El efecto económico de la IME en la
economía de Sonora lo constituye, sin lugar a dudas, la oferta de empleo
masivo, la derrama salarial y sus impactos en el mercado interno. Sin embargo
dadas las limitantes de este efecto, es posible colegir que resulta más bien en
un paliativo al desempleo crónico provocado por el insuficiente crecimiento de
la economía doméstica.
Observada la función económica de
la maquiladora en el conjunto de una economía, como la de Sonora, se puede
afirmar que no logra generar ni la ocupación de calidad para un mercado de
trabajo oferente de recursos humanos capacitados, ni la derrama salarial
suficiente para impactar sensiblemente el nivel de ingreso y la capacidad de
compra de la población.
Existe un aspecto al que no se le ha prestado la atención que
merece. Se refiere éste al registro estadístico de un superávit comercial del
estado con el exterior y cuya consecuencia en la entrada de divisas al mercado
local no ha sido verificada.
Dados los volúmenes de dólares que
teóricamente ingresan a los mercados financieros nacionales, después de medio
siglo, sus efectos serían evidentes en la infraestructura, la urbanización, el
fortalecimiento del mercado interno y en general en el nivel de vida de la
población.
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[1] Profesor Investigador de Tiempo Completo, Universidad
Estatal de Sonora. Correo electrónico: edgarpinao@gmail.com
[2] Existen disposiciones oficiales que
autorizan a algunas industrias maquiladoras a expender sus productos en el
país, pero al parecer en la práctica esta posibilidad no se presenta en forma
significativa.