sábado, 11 de febrero de 2012

Porqué Facebook funciona y la democracia no Por Jeffrey Tucker Traducción Edgar Piña


Porqué Facebook funciona y la democracia no
Por Jeffrey Tucker

Traducción Edgar Piña

Este año, Facebook alcanzará un billón  ( 1000, 000, 000) de usuarios –o sea una séptima parte de la población humana. Esta red social ha provocado más participación de la gente que cualquier gobierno en el mundo que no sea el de India y China y probablemente los superará en un año o dos. Y mientras que mucha gente está huyendo de sus gobiernos cuando puede hacerlo, más y más gente está uniéndose a Facebook voluntariamente.

Pero, ¿Cuál es la lógica, la fuerza conductora, el agente de cambio en las redes sociales?

En efecto, el software de Facebook funciona bien, y sí, los gerentes y propietarios tienen mente emprendedora. Sin embargo, el verdadero secreto de la red social es su engranaje humano interno –los usuarios individuales– los cuales  reflejan la forma en que la sociedad se forma y desarrolla por sí misma.

La mejor forma de ver y entender esto es comparar el funcionamiento de Facebook con el funcionamiento de los procesos políticos llamados democráticos. Observar el desarrollo de Facebook ha sido divertido, productivo, fascinante, útil e innovador. El proceso electoral, en contraste, ha sido divisivo, aburrido, inútil, corrosivo y totalmente confuso.

Esto es así porque Facebook y la democracia funcionan sobre principios completamente diferentes.

Facebook está basado en el principio de la libre asociación. Tú te  adhieres o declinas hacerlo. Puedes tener un amigo o miles. De ti depende. Compartes la información que quieres y te reservas cualquier otra de la mirada pública.

La contribución que  haces a Facebook proviene de las cosas que tú mejor sabes: todo sobre  ti mismo, tus intereses, tus actividades, tus ideas. El principio del individualismo –tú eres el mejor administrador de tu vida- es el engrane que mueve la máquina. Exactamente como dos personas son diferentes, nadie tiene la misma experiencia con la red. Todas las cosas son personalizadas de acuerdo a tus intereses y deseos.

Sin embargo, tú estás interesado en los demás también, por ello buscas la conexión. Si los otros están de acuerdo, tú te vinculas y formas algo mutuamente satisfactorio. Tú  escoges incluir y excluir, formando gradualmente tu propia comunidad basada en cualquier criterio de selección que  quieras. Las redes sociales crecen y crecen a partir de estos principios de individualismo y elección.  Este es un proceso de evolución y cooperación constante –exactamente aquel que Hans-Hermann Hoppe describe como las bases de la sociedad misma.

Las elecciones democráticas parecen estar relacionadas en cierta forma con la selección, pero es una selección  de quién gobernará al grupo en el poder, a la mafia.  Las elecciones ofrecen la misma experiencia del usuario para todos, sin importar el deseo individual. El individuo es forzado hacia el sistema por virtud de haber nacido en  él. Por supuesto, tú  puedes escoger por quien votar, pero  no puedes escoger si vas a ser gobernado por los resultados de la votación.

En el sistema democrático electoral, tú  dispones automáticamente de 220 millones de “amigos” ya sea que te gusten o no. Estos falsos “amigos” te son asignados debido a una demarcación geográfica determinada por funcionarios gubernamentales en el pasado. Estos “amigos” publican en tu mural  constantemente. El flujo de noticias que recibes es una serie interminable de demandas. Tú no tienes permitido borrar estas publicaciones o marcarlas como spam, es decir, correo no deseado.

En un proceso electoral nada es verdaderamente voluntario. Tú estás obligado a aceptar los resultados cualesquiera que éstos sean. Esto crea tremendos absurdos y es evidente en el proceso de nominación de candidatos republicanos.

Por ello, una elección resulta ser una batalla entre la gente, una pelea, una discusión interminable, una pugna por imponer la voluntad de unos sobre los intereses de los demás. Al final, todos estamos seguros de que no importa el resultado, debemos estar felices porque todos participamos. Lo individual debe de dar paso a lo colectivo. 

Se nos ha dicho que esto significa que el sistema funciona. Pero, ¿en qué sentido lo hace? Únicamente significa que una bien organizada minoría prevaleció sobre una dispersa mayoría. Esto es más o menos como el juego de niños “el rey de la montaña”, en el que uno de ellos está en la cima de algo pero sólo hasta que otros logran quitarle la posición para que se posesione otro y así interminablemente.

Facebook no tiene nada que ver con este juego sin sentido, con este disparate. Las  asociaciones que tú haces son tu propia creación, son una extensión de tu voluntad y en armonía con el deseo de otros. Las redes sociales crecen basadas en el principio de la ventaja mutua. Si cometes una equivocación, puedes eliminar la información o puedes cambiar de amigos. Esto puede lastimar los sentimientos de otros, pero no es algo violento: no mata, no roba.

Tus amigos en Facebook pueden ser de cualquier parte del mundo. Ellos ingresan en el sistema y planean sus acciones. Si tus amigos viven o se mudan a Beijing o a Buenos Aires, eso no importa. Facebook hace posible lo que  podríamos llamar asociaciones humanas geográficamente separadas. Las diferencias de lenguaje pueden ser obstáculos a la comunicación, pero aún éstos pueden ser superados.

La democracia electoral está supeditada a la geografía. Tú votas en un lugar asignado. Tu voto se agrega a los de otros en tu distrito electoral para producir un resultado simple y en consecuencia tu preferencia es instantáneamente incorporada a la de los demás. Luego el paquete es incorporado a otro más grande, digamos de nivel estatal, para que finalmente se integre en uno de nivel nacional. Para entonces  tus preferencias se habrán vaporizado.

A veces la gente se satura de Facebook. Ellos repentinamente lo encuentran tedioso, infantil, un desperdicio de tiempo y a veces hasta invasivo en la vida de las personas. Está bien. Puedes renunciar a él, basta con que vayas a las preferencias del sistema y desactives todas las notificaciones. Puedes tomarte un año sabático, si deseas. La gente, tus amigos,  podrán quejarse, pero es tu decisión estar ahí o no. Es más, tú puedes borrar completamente tu cuenta sin ninguna desventaja. Después puedes inscribirte de nuevo si así lo deseas o unirte a cualquier otra red social de tu preferencia.

¡Trata de hacer lo mismo en el sistema electoral y verás ¡ Tú no puedes darte de baja. Estás ahí de por vida y ni siquiera el que te mudes de ciudad o te vayas del país puede cambiar eso. Es todavía extremadamente difícil escapar del sistema aún si renuncias a tu ciudadanía. Los burócratas de la democracia electoral continuarán persiguiéndote.

Nosotros podemos aprender de Facebook y de otras redes sociales lo que Internet nos ha traído. Esto es más que sitios web; son modelos de organización social que trascienden las viejas formas. Hagamos del resto de nuestra vida más como una red social y empezaremos a ver un real avance en el curso de la civilización. Persistamos en el modelo caduco de la democracia forzada y continuaremos viendo la decadencia.

Saludos,

Jeffrey Tucker

Jeffrey Tucker, es editor y director ejecutivo de Laissez-Faire Books, y es autor de los libros “Bourbon for Breakfast: Living Outside the Statist Quo” y  “ It's a Jetsons World”.

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