Porqué
Facebook funciona y la democracia no
Por Jeffrey Tucker
Traducción Edgar Piña
Este año, Facebook alcanzará un billón ( 1000, 000, 000) de usuarios –o sea una
séptima parte de la población humana. Esta red social ha provocado más
participación de la gente que cualquier gobierno en el mundo que no sea el de
India y China y probablemente los superará en un año o dos. Y mientras que mucha
gente está huyendo de sus gobiernos cuando puede hacerlo, más y más gente está
uniéndose a Facebook voluntariamente.
Pero, ¿Cuál es la lógica, la fuerza conductora, el agente de
cambio en las redes sociales?
En efecto, el software de Facebook funciona bien, y sí, los
gerentes y propietarios tienen mente emprendedora. Sin embargo, el verdadero
secreto de la red social es su engranaje humano interno –los usuarios
individuales– los cuales reflejan la
forma en que la sociedad se forma y desarrolla por sí misma.
La mejor forma de ver y entender esto es comparar el
funcionamiento de Facebook con el funcionamiento de los procesos políticos llamados
democráticos. Observar el desarrollo de Facebook ha sido divertido, productivo,
fascinante, útil e innovador. El proceso electoral, en contraste, ha sido
divisivo, aburrido, inútil, corrosivo y totalmente confuso.
Esto es así porque Facebook y la democracia funcionan sobre
principios completamente diferentes.
Facebook está basado en el principio de la libre asociación.
Tú te adhieres o declinas hacerlo. Puedes
tener un amigo o miles. De ti depende. Compartes la información que quieres y te
reservas cualquier otra de la mirada pública.
La contribución que haces
a Facebook proviene de las cosas que tú mejor sabes: todo sobre ti mismo, tus intereses, tus actividades, tus
ideas. El principio del individualismo –tú eres el mejor administrador de tu
vida- es el engrane que mueve la máquina. Exactamente como dos personas son
diferentes, nadie tiene la misma experiencia con la red. Todas las cosas son
personalizadas de acuerdo a tus intereses y deseos.
Sin embargo, tú estás interesado en los demás también, por
ello buscas la conexión. Si los otros están de acuerdo, tú te vinculas y formas
algo mutuamente satisfactorio. Tú escoges
incluir y excluir, formando gradualmente tu propia comunidad basada en cualquier
criterio de selección que quieras. Las
redes sociales crecen y crecen a partir de estos principios de individualismo y
elección. Este es un proceso de
evolución y cooperación constante –exactamente aquel que Hans-Hermann Hoppe
describe como las bases de la sociedad misma.
Las elecciones democráticas parecen estar relacionadas en
cierta forma con la selección, pero es una selección de quién gobernará al grupo en el poder, a la
mafia. Las elecciones ofrecen la misma
experiencia del usuario para todos, sin importar el deseo individual. El
individuo es forzado hacia el sistema por virtud de haber nacido en él. Por supuesto, tú puedes escoger por quien votar, pero no puedes escoger si vas a ser gobernado por
los resultados de la votación.
En el sistema democrático electoral, tú dispones automáticamente de 220 millones de
“amigos” ya sea que te gusten o no. Estos falsos “amigos” te son asignados
debido a una demarcación geográfica determinada por funcionarios
gubernamentales en el pasado. Estos “amigos” publican en tu mural constantemente. El flujo de noticias que
recibes es una serie interminable de demandas. Tú no tienes permitido borrar
estas publicaciones o marcarlas como spam,
es decir, correo no deseado.
En un proceso electoral nada es verdaderamente voluntario. Tú
estás obligado a aceptar los resultados cualesquiera que éstos sean. Esto crea tremendos
absurdos y es evidente en el proceso de nominación de candidatos republicanos.
Por ello, una elección resulta ser una batalla entre la
gente, una pelea, una discusión interminable, una pugna por imponer la voluntad
de unos sobre los intereses de los demás. Al final, todos estamos seguros de
que no importa el resultado, debemos estar felices porque todos participamos. Lo
individual debe de dar paso a lo colectivo.
Se nos ha dicho que esto significa que el sistema funciona.
Pero, ¿en qué sentido lo hace? Únicamente significa que una bien organizada minoría
prevaleció sobre una dispersa mayoría. Esto es más o menos como el juego de
niños “el rey de la montaña”, en el que uno de ellos está en la cima de algo
pero sólo hasta que otros logran quitarle la posición para que se posesione
otro y así interminablemente.
Facebook no tiene nada que ver con este juego sin sentido,
con este disparate. Las asociaciones que
tú haces son tu propia creación, son una extensión de tu voluntad y en armonía
con el deseo de otros. Las redes sociales crecen basadas en el principio de la
ventaja mutua. Si cometes una equivocación, puedes eliminar la información o
puedes cambiar de amigos. Esto puede lastimar los sentimientos de otros, pero
no es algo violento: no mata, no roba.
Tus amigos en Facebook pueden ser de cualquier parte del
mundo. Ellos ingresan en el sistema y planean sus acciones. Si tus amigos viven
o se mudan a Beijing o a Buenos Aires, eso no importa. Facebook hace posible lo
que podríamos llamar asociaciones
humanas geográficamente separadas. Las diferencias de lenguaje pueden ser
obstáculos a la comunicación, pero aún éstos pueden ser superados.
La democracia electoral está supeditada a la geografía. Tú
votas en un lugar asignado. Tu voto se agrega a los de otros en tu distrito
electoral para producir un resultado simple y en consecuencia tu preferencia es
instantáneamente incorporada a la de los demás. Luego el paquete es incorporado
a otro más grande, digamos de nivel estatal, para que finalmente se integre en
uno de nivel nacional. Para entonces tus
preferencias se habrán vaporizado.
A veces la gente se satura de Facebook. Ellos repentinamente
lo encuentran tedioso, infantil, un desperdicio de tiempo y a veces hasta
invasivo en la vida de las personas. Está bien. Puedes renunciar a él, basta
con que vayas a las preferencias del sistema y desactives todas las
notificaciones. Puedes tomarte un año sabático, si deseas. La gente, tus
amigos, podrán quejarse, pero es tu
decisión estar ahí o no. Es más, tú puedes borrar completamente tu cuenta sin
ninguna desventaja. Después puedes inscribirte de nuevo si así lo deseas o
unirte a cualquier otra red social de tu preferencia.
¡Trata de hacer lo mismo en el sistema electoral y verás ¡ Tú
no puedes darte de baja. Estás ahí de por vida y ni siquiera el que te mudes de
ciudad o te vayas del país puede cambiar eso. Es todavía extremadamente difícil
escapar del sistema aún si renuncias a tu ciudadanía. Los burócratas de la
democracia electoral continuarán persiguiéndote.
Nosotros podemos aprender de Facebook y de otras redes
sociales lo que Internet nos ha traído. Esto es más que sitios web; son modelos
de organización social que trascienden las viejas formas. Hagamos del resto de
nuestra vida más como una red social y empezaremos a ver un real avance en el curso
de la civilización. Persistamos en el modelo caduco de la democracia forzada y
continuaremos viendo la decadencia.
Saludos,
Jeffrey
Tucker
Jeffrey
Tucker, es editor y director ejecutivo de Laissez-Faire Books, y es autor de los
libros “Bourbon for Breakfast: Living Outside the Statist Quo” y “ It's a Jetsons World”.
¡Qué interesante esta información!
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