viernes, 17 de mayo de 2013

FABRICAR EL PESCADO por Edgar Piña O.




Tuve la oportunidad recientemente de presenciar las exposiciones de expertos en el campo de la pobretología y el asistencialismo y tras de aceptar como meritorio su esfuerzo investigativo en la materia, de inmediato recordé que ya anteriormente había tratado de clarificar mi posición al respecto.  A continuación la colaboración de MITOCLASTA en la revista electrónica www.asuntoscapiatles.com, sobre el tema de los pobres y los que se ocupan de ellos. 

Es ya una frase común aquella que recomienda no regalar pescado al necesitado sino enseñarle a pescar. Una variante del refrán dice que en lugar de regalar el pescado mejor regalarle la caña o la red. La verdad es ninguna de las dos sugerencias termina de convencerme.


Yo mejor propongo que en vez de regalar pescado o cañas o redes una sociedad que desee acabar con la pobreza deberá de asegurar las condiciones para que los que necesiten ayuda utilicen sus capacidades para producir los bienes requeridos sin interferencias ni obstáculos y dejen de ser necesitados en base a su propio esfuerzo.


Si usted regala pescado a un necesitado, ese día el beneficiado comerá y le estará muy agradecido, y seguro va a emitir su voto por usted o su partido, pero al día siguiente estará esperando que alguien venga a regalarle otro pescado no importa que tenga que esconder la cachucha que usted le obsequió para ponerse la nueva de quien le regaló el pescado.


Si usted regala una caña o una red para pescar, el recipiendario de su generosidad podrá salir a pescar cada vez que necesite alimentarse, pero llegará un momento en que el pescado estará escaso y lo más probable es que más temprano que tarde se agote, ya que muchos pescadores se estarán disputando la cantidad de producto que la naturaleza espontáneamente es capaz de generar.


En los tiempos del filósofo Chino a quien se le atribuye la frase original, seguramente la cantidad de pescado disponible en el mundo era tal que no había disputa entre quienes se dedicaban al noble oficio de la pesca, pero al paso de los siglos a medida que la población ha ido creciendo en un planeta que no lo hace, el refrán deja de tener validez práctica.


De ahí la necesidad de pensar objetivamente cuando de programas de combate a la pobreza se trata. Considero que aquellas discusiones en torno a que si es bueno, malo o peor que baje o suba la asignación de los presupuestos gubernamentales a los rubros de asistencia social, salud, educación y otros destinos, sería más productivo discutir en qué forma sociedad y gobierno pueden propiciar las condiciones para que todo el que desee tener una granja de pescados lo pueda hacer en condiciones de libre competencia y sin intervenciones onerosas del sector oficial que la mayoría de las veces terminan fortaleciendo formas monopolísticas de producción.


Para una nación como la mexicana que es heredera legítima de dos culturas señoriales, monárquicas, caciquiles, paternalistas –la prehispánica y la hispánica-, muy bien haría considerar la implementación de vigorosas, ambiciosas, inteligentes políticas públicas que enseñen a la gente a salir de la pobreza por su propio esfuerzo, en vez de acostumbrarla a esperar la limosna, la dádiva o el soborno electoral.


Termino con la siguiente frase: “Yo creo que el mejor medio de hacer bien a los pobres no es darles limosna, sino hacer que puedan vivir sin recibirla”. La dijo Benjamín Franklin (1706-1790), estadista, filósofo y científico estadounidense, considerado uno de los padres fundadores de esa gran nación (que lo sigue siendo a pesar de las ominosas tendencias de los recientes años) que es la norteamericana.


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