domingo, 2 de febrero de 2014

Los agrotitanes me divierten. Por Edgar Piña





Me divierte mucho el ejercicio de entender los mitos económicos de la entidad federativa llamada Sonora, en el noroeste de México.

Me regocija enormemente describir los iconos del agricultor manejando un vehículo último modelo en las ciudades; los del ganadero, ensombrerado aunque se encuentre a la sombra de su refrigerada oficina; los del empresario maquilero, rentador de tejabanes,  que presume de industrial; y también los de políticos y funcionarios, inflados e inaccesibles, que actúan como celebridades. Sí, todos ellos los actores del subsistema local de poder, que alcanzan la perfección en sus papeles de alfiles en los tableros regionales de la economía y la política.

Tal vez el más llamativo y popular personaje de la mitología sonorense es el del agrotitán. Si bien es cierto que mis alumnos de octavo semestre de licenciatura jamás han oído la palabra, eso no niega la existencia de un ser mitógico, vivo y actuante, que devora recursos fiscales en cantidades billonarias, desperdicia la escasa agua dulce del territorio y sólo produce capitales que se evaden y contaminación en el ambiente. Es sabido que la persistencia del mito del agrotitán descansa  sobre un par de premisas falsas, como son la soberanía alimentaria  y la dolarización millonaria que dejan las exportaciones de productos primarios. Párrafos adelante le explico esto.

Al agrotitán lo puede usted encontrar en las cafeterías de los hoteles de Hermosillo, Caborca, Obregón y Navojoa, principalmente. En los bancos su aparición es casi  diaria y tampoco falla su avistamiento los domingos en catedral o la iglesia “de los ricos” en las poblaciones pequeñas. 

Si le interesa el tema, ponga una tachuela en el mapa de Sonora precisamente en la cabecera del municipio de Cajeme. Ningún cazador, observador o fotógrafo de mitos y de creaturas milenarias puede dejar de visitar  la avenida  Miguel Alemán en Obregón. También la calle Pesqueira de Navojoa es un buen lugar para encontrarlos.  Aquí en Hermosillo los agrotitanes, los que quedan en el siglo XXI, pululan en un territorio disperso en el  manchón gris y polvoroso que es la capital de mi estado.

En el campo, en las tierras de cultivo, en los canales de riego, metidos en la parcela o cargando y descargando productos, jamás. Si hace algunos años, una pick up, enorme y refrigerada, servía de vínculo entre el agrotitan y la tierra que sobrexplota, ahora el celular es una maravilla, porque los tractoristas y regadores, traen el suyo, y así el patrón puede avisar oportunamente  que “no esperen la raya sino hasta la otra semana, porque el gobierno no ha soltado los apoyos”.

Esta creatura de la mitología regional no tiene la forma de los titanes de la mitología griega, enormes y poderosos, capaces de mover el mundo. No, los titanes de aquí, nuestros personajes, visten de sombrero, camisa elegante, pantalones bien planchados y botas carísimas de piel de camaleón. La  hazaña recurrente por la cual se les conoce es la de devorar enormes platos de chorizo con huevo, tortillas de harina y café, casi todas las mañanas en los lugares ya mencionados.

Nuestros agrotitanes  en general no son violentos ni irascibles, como esos demonios de los griegos dibujados en las enciclopedias de antes. Su dominio sobre la población -los habitantes que hormiguean literalmente en las calles y mercados de pueblos y ciudades-, se practica de formas más sutiles que se ejercen a través de la política, el gobierno y la prensa.

Pero no crea usted que los agrotitanes de Sonora y los titanes clásicos no tienen alguna similitud. Por el contrario, sí la tienen. Los segundos aterrorizaban los bosques, caminos y poblaciones de la antigüedad griega y se dice que se robaban a las doncellas y comían gente. Los agrotitanes autóctonos, por su parte, generan pobreza, desempleo, contaminación, carestía, marginación y violencia. La desastrosa consecuencia de sus acciones es fácilmente observable, en los enormes manchones de miseria que  rodean los pueblos y ciudades de Sonora. 

El control de la política, la economía y el gobierno que ejercen los agrotitanes del noroeste de México, se alimenta de un subsiducto que proviene del gobierno federal y termina en sus cuentas corrientes y de inversión en los bancos multinacionales que operan en el estado. Veamos algunas cifras.

Información obtenida en un sitio web informativo de los subsidios al campo en México  
permite identificar algunas cantidades ilustrativas del dinero que en lugar de invertirse en obras públicas y servicios municipales va a aumentar las fortunas de unas cuantas familias a las que pertenecen los agrotitanes. 

Al estado de Sonora han entrado por concepto del Programa de Coberturas y Agricultura por Contrato responsabilidad de SAGARPA, 5 mil 482 millones de pesos en el período 2004 a 2011, mientras del llamando PROCAMPO, que premia número de hectáreas y toneladas producidas de trigo, principalmente, han entrado más de 2 mil 797 millones entre 2006 y 2012. Los dos voluminosos montos de subsidio a los agrotitanes  ascienden a 8 300 millones de peso, en cifras redondeadas,  en los períodos señalados.

Si también  redondeamos las cifras de población total del estado de Sonora, digamos a 3 millones de personas, resulta que si se repartieran la subvenciones mencionadas (porque hay otras) entre la población, tocaría, si la aritmética es correcta, la interesante cifra de 2, 700 pesitos por habitante, en un período de 7 años, sin distinción de edad, sexo, ocupación y lugar de residencia. Con esa cantidad los habitantes del estado  bien podrían dedicarla a comprar harina o sus productos para las cocinas sonorenses.

El daño económico que hacen los agrotitanes a Sonora viene acompañado de otras calamidades como la desperdiciar millonarios volúmenes de agua dulce en cultivos generalmente no competitivos, como es el caso del trigo y otros granos, ya que sus costos de producción ascienden al doble de los que se registran en el medio oeste norteamericano y en la planicies agrícolas canadienses. Para poder vender los cereales cultivados en Sonora, los agrotitanes dependen del subsidio federal y de otros apoyos del gobierno del estado.

¿Soberanía alimentaria? Esta es otra vieja leyenda que acompaña al mito. Los agrotitanes producen trigos duros, los cuales son propios para pastas que se colocan en mercados foráneos, mientras que las harinas de los trigos blandos, propios para las tortillas y los panes que consumimos los sonorenses, se tienen que importar del centro del país o de los vecinos países norteamericanos ya mencionados.

¿Entrada de divisas provenientes de exportaciones?  Otra  insostenible leyenda. Las divisas seguro quedan depositadas en bancos del extranjero, ya que si se invirtieran aquí, según las cifras millonarias que las asociaciones agrícolas de los valles publicitan, la infraestructura productiva y social de Sonora competiría con la de los Emiratos Árabes.

Hay que agregar a la lista de asaltos a la población que hacen los agrotitanes de Sonora, su oposición a usos racionales del agua de las presas. La ferocidad con la que han defendido su modelo de producción agrícola  obsoleto, oneroso y depredador, es propia de bestias mitológicas de una insania que no tiene igual en la literatura antigua. Mentir, insultar, pelear,  bloquear carreteras, azuzar a la gente, para escatimar un vaso de agua a Hermosillo del gran barril que ellos desperdician ciclo tras ciclo, es de una crueldad exagerada, sobre todo cuando el agua no es de ellos.

El efecto de la actividad agrícola de los agrotitanes de Sonora en el resto de las actividades productivas es francamente deplorable. La maquinaria, las semillas, los fertilizantes, los fumigantes, defoliantes, y otras porquerías que van a dar al mar, no son marcas nacionales, mucho menos regionales. Es lamentable que buena parte de los subsidios mexicanos tenga como destino a compañías transnacionales cuyas ganancias tampoco se invierten en la localidad.

¿Empleo? Son muy pocos los empleos que genera  el medio millón de hectáreas que se siembran de cereales en Sonora, ya que un tractorista es capaz de trabajar cientos de hectáreas en los cortos plazos que se disponen para preparar las tierras. Lo mismo sucede con la cosecha ya que un operador de combinada y su ayudante levantan decenas de toneladas en los cortos períodos de recolección. En la misma forma, es un sólo hombre el que deja correr el agua día y noche para inundar los cultivos en los múltiples riegos que el clima seco de Sonora exige a la agricultura del desierto sonorense.

Está escrito en los libros de la historia de Sonora, que hace 100 años, unos sonorenses -cuyos nombres los jóvenes de hoy pueden ver en las placas de los monumentos del Boulevard Rodríguez en Hermosillo-, ocuparon los puestos principales de un gobierno emergido del movimiento armado llamado Revolución Mexicana. Su gusto por el poder, su adicción al cacicazgo y su pasión por la reelección, provocaron en personajes de otros estados del país, acciones neutralizadoras de su papel en la política nacional y una de ellas fue regresarlos a su tierra.

Una vez logrado su retorno, hubo que obsequiarles y desmontarles enormes extensiones de los valles desérticos de Sonora, construir la infraestructura de riego, almacenamiento y transporte, y proveerles de cuantiosos créditos, todo con tal de que se entretuvieran haciéndose ricos en su tierra y no retornaran  a  la política nacional.

Progenitores de los agrotitanes fueron los semidioses sonorenses vencedores de la Revolución Mexicana  –Obregón, Calles y Rodríguez-, los que al  ser eliminados de la política nacional, recibieron a cambio, además del acceso asegurado a los poderes locales,  flujos constantes y jugosos de subsidios y asesorías gratuitas, para que se ocuparan en una agricultura que proveyera de alimentos al país, sin fijarse mucho en los gastos financieros y en los daños al ambiente y a los recursos naturales. 

Los agrotitanes de hoy poco saben de sus bisabuelos militares y revolucionarios y de lo que pasó en la política nacional del siglo XX. La historia no es su fuerte, pero en cambio sí dominan un buen número de artimañas para continuar recibiendo “apoyos” del gobierno, o sea de usted y yo. Muchos de ellos, se meten a la política –por cierto cada vez más porque usted sabe las familias crecen- y algunos  hasta gobernadores han sido, pero  nunca han desactivado su conexión directa con los presupuestos federales y locales, vía la agricultura extensiva y depredadora del desierto.

Los agrotitanes, creaturas de la mitología regional, azote de la economía y el bienestar de la población, ahí están, en los lugares sugeridos; usted seguramente los podrá reconocer. 

Es divertido escribir sobre ellos…. con tal de no fijarse mucho en la tragedia histórica,  económica y social que produce  su existencia.


Hermosillo, Sonora a 02 de febrero de  2014

4 comentarios:

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  3. Totalmente de acuerdo con este tu blog. A mi me gusta llamarlos la Oligarquia Agropecuaria (termino que usan los Argentinos) para denominar esta especie depredadora de recursos y artifices de un retraso fenomenal en el desarrollo de toda la region.

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    1. Este prototipo de depredador, efectivamente, es endémico de Latino América, el Caribe, Asia y África. Los perfiles de agricultores genéricos de Norteamérica, Europa, Australia y Nueva Zelanda son muy diferentes, por cierto.

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