viernes, 14 de noviembre de 2025

" Son unos pendejos pero son nuestros pendejos"

 

¡Son unos pendejos, pero son “nuestros pendejos” ¡

Edgar Piña Ortiz

 

"Tal vez Somoza sea un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta". Esta frase la dijo en algún momento de su vida el trigésimo segundo presidente de los Estados Unidos de América, Franklin D.  Roosevelt (1882-1945).

Esta cita atribuida a este señor podría ser equivalente  que “los mexicanos son unos corruptos  y desleales, pero son nuestros”.

Como quiera que sea, si este personaje regresara de su retiro eterno al actual siglo XXI, al observar lo que está pasando en nuestro país, seguro arrojaría la frase que encabeza esta nota: los mexicanos son unos pendejos, pero son nuestros pendejos.

¿Y qué  es lo que está pasando en México, preguntará el lector? Pues bien lo que a nuestro parecer está sucediendo en el país mexica, va más allá de Ayotzinapa, Cuajimalpa, los mercados negros, las mafias y otros temas circunstanciales y coyunturales.

La que está en juego es una economía castigada por la torpeza y la imposibilidad de pensar distinto a lo que no ha funcionado. Lo que persiste es un sistema político demasiado comprometido en la preservación de los privilegios de partidos electoreros y camarillas y ajeno completamente de las políticas públicas que busquen la inversión productiva, el empleo, la sustentabilidad, el ahorro, la competitividad y otros importantes objetivos relacionados con el destino de este país y sus habitantes.

Veamos alguna información reciente. De acuerdo a un tal Videgaray- lo siento no he tenido el gusto-, a quien se le identifica como el responsable de las finanzas públicas del país, las Medidas de Austeridad y Disciplina Presupuestaria para Mantener la Estabilidad de las Familias Mexicanas, anunciadas recientemente por él mismo, son un conjunto de acciones a tomar durante 2016, que tienen su origen en tres factores externos. Estos son la caída de los precios del petróleo, la volatilidad financiera provocada por el esperado aumento de las tasas de interés del capital en el vecino país del norte y la desaceleración de la economía global.

Tomando a la ligera el dato de que estamos entrando a febrero de 2015 y el plan se prevé llevarse a cabo hasta el 2016, aceptemos como válido que los causantes de nuestros males y penurias son entidades foráneas, ajenas,

En el discurso oficial no es posible encontrar una sola alusión a los errores de gobierno, a la maldita corrupción que todo lo invade y a una insaciable cleptocracia que gasta enormidades en una propaganda populista que cuesta a los mexicanos muchos millones de pesos y que pretende divulgar la grandiosidad de un gobierno que se lleva el pastel y reparte las migajas que le sobran.

En la comparecencia de rostros maquillados y poses estudiadas,  de las voces oficiales no cabe la mínima alusión a los insaciables monopolios y oligopolios públicos y privados, que encarecen la vida productiva del país, al tiempo que millones de científicos, profesionistas, técnicos y mano de obra joven y calificada, enfrentan escases de oportunidades de ocupación.

Luego de explicar en qué renglones de las finanzas públicas habrá recortes, el tal Videgaray (lo siento, no he tenido el gusto de conocerlo)   informa   que los programas de beneficio social como Prospera NO resultarán afectados por el recorte, además se mantendrán acciones de subsidio a la vivienda, incentivos a productores del campo, programas de empleo temporal y presupuestos a universidades públicas.

Si estos son entonces los destinos del gasto público ni duda cabe que si no todos los mexicanos por lo menos nuestros gobernantes sí vienen resultando, en el mejor de los casos,  unos pendejos y en  el más probable unos perversos.

Pensar que programas asistencialistas del tipo Prospera, subsidios a la vivienda, apoyos al campo, programas de empleo temporal y más subsidios a universidades públicas, son las medidas que la economía mexicana requiere para salir del estancamiento y el atraso, es pensar exactamente igual que siempre, es querer hacer más de los mismo aunque esté demostrado que no funciona.  

Más presupuestos a vivienda inhabitada por inhabitable,  a una agricultura insustentable y altamente dependiente del subsidio y a universidades públicas desvinculadas y ajenas a las verdaderas necesidades productivas, sociales y culturales del país, viene resultando como el cuento del gato con los pies de trapo y los ojos al revés… ¿quieres que te lo cuente otra vez?

Cualquier cantidad de recursos presupuestales, asignados a programas que no logran impactar las tendencias del crecimiento, la competitividad, la prosperidad que todos deseamos, bien puede llamarse  aberración económica. Aberración en dos de sus sentidos aceptados por la Real Academia de la Lengua Española. Uno, que es un grave error del entendimiento y dos que es un acto o conducta depravados, perversos, o que se apartan de lo aceptado como lícito.

Sí es un grave error del entendimiento pensar que una sociedad, un país, una unidad económica puede crecer sin ahorro, productividad y reinversión constante. Es una conducta depravada, perversa, tirarle  un rollo optimista, lucidor y engañoso, a una audiencia que más que discursos y noticias, espera oportunidades de ocupación y negocios, a la altura de los potenciales que ellos mismos, los servidores públicos, muestran mucho afán en publicitar.

Es un error del entendimiento pensar que un discurso político puede remediar fallas estructurales y es un acto verdaderamente perverso provocar que los mexicanos sigan viviendo en un país atrapado en la pobreza generalizada, la marginación tecnológica, la inseguridad pública, la criminalidad desbordada y la obsolescencia de la infraestructura productiva y social, por mencionar sólo algunos de los múltiples estigmas que nos caracterizan.

Podríamos abundar en argumentos que demuestren por qué  a la política anunciada se le puede calificar de aberrante, pero en un esfuerzo de síntesis extrema habremos de mencionar que si el problema fuera escases de oferta de vivienda, en las ciudades y pueblos no habría tantos fraccionamientos populares abandonados, vandalizados, destruidos.

Si la solución a la agricultura mexicana  fueran los subsidios hace muchas décadas seriamos sustentables,  competitivos, autosuficientes, bien alimentados y realmente prósperos.

Si crear empleos temporales fuera la solución al desempleo y la marginación, desde los tiempos de Luis Echeverría, hace casi medio siglo, hubiéramos salido del atraso, gracias aquellos esperpentos programáticos como los caminos de mano de obra y los PIDERS o programas de desarrollo rural, en los que se gastaron millones de recursos que trajeron inflación, endeudamiento, devaluaciones y más pobreza.

Si destinar millones a las universidades estatales fuera la fórmula para el avance, no estaríamos en las ridículas posiciones en los rankings internacionales de alfabetismo, educación, competitividad, innovación, sustentabilidad, cultura, transparencia, seguridad pública, desarrollo y derechos humanos, entre otros indicadores comparativos.

Más de lo mismo, pues, proveniente de la pandilla posesionada de Palacio Nacional, Los Pinos y otras instituciones mexicanas. Otra vez la misma canción, pero ahora con twiter e Instagram, de los perfumaditos -diría Pancho Villa-, que se ostentan como el Poder Ejecutivo Federal.

Todo lo anterior, da cabida a que alguien que nos observe del exterior -no solo los presidentes del imperio, sino cualquier americano capaz de observar lo que nosotros mismos no queremos advertir-, estaría tentado a decir: los mexicanos son unos pendejos, pero son nuestros pendejos.

 Febrero de 2015


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