viernes, 31 de mayo de 2013

Los guardianes de la patria por Edgar Piña



Todos los días, o más probablemente, todas las semanas los disciplinados soldados del Ejercito Nacional Mexicano, destacados en el Punto de Revisión de Benjamín Hill, Sonora, encuentran en los autobuses de pasajeros circulando de sur a norte, maletas, bolsas, hieleras y pequeños envoltorios conteniendo diversas drogas.

Dependiendo de la sustancia y la cantidad, el sospechoso –que puede ser cualquier pasajero seleccionado  a juicio del mono uniformado que hace la revisión-, es sometido a una detención que inicia con una contundente acusación de tráfico de drogas en la que se le describe al inculpado una película de terror (con  todo y ministerios públicos, policías, jueces, carceleros y convictos), y termina, tras un  vaivén de amenazas y relajamientos amistosos, en la solicitud de un pago, una multa,  una extorsión,  una mordida que por más onerosa que sea, le parece al detenido una solución maravillosa.

Casi el cien por ciento de los casos, se sabe, quedan resueltos en esta forma.

La experiencia de Yanira Maldonado y su esposo Gary resultó diferente. Su aspecto, su modo de vida, su nacionalidad, sus antecedentes y sobre todo, su probada inocencia, dieron como resultado su justa liberación dejando a los celosos guardianes de la salud de los ciudadanos (americanos, principalmente), en la ridícula situación de haber inculpado a una inocente, mientras el verdadero culpable, si es que realmente lo hubo, quedó libre de cargo y culpa.

El costo social de mantener esas farsas de combate al narcotráfico es enorme. Y no me refiero solamente al costo de los edificios, instalaciones,  camiones, tecnología, alimentos,  combustibles, sueldos de tropa y oficiales, sino al todavía mayor de demoras, pérdidas y contratiempos que sufren cientos de unidades de transporte de personas y mercancías que inevitablemente tienen (tenemos) que pasar por esos puntos de revisión.

Pero al mismo tiempo que este esquema se multiplica en varios puntos de la república mexicana, una gran cantidad de rutas funcionan día y noche, de sur a norte, por tierra, mar y aire, transportando enormes tonelajes de estupefacientes, que ingresan, sin novedad, al territorio norteamericano, para mantener el vicio, los vicios, de millones –sí son millones- de consumidores estadounidenses. 

Tal vez los futurólogos, nos podrían ayudar a especular sobre los escenarios futuros en un continente donde el consumo está en el norte y buena parte de la producción está en el sur. La legalización de la marihuana en varios estados de la Unión Americana tanto para usos médicos como para usos “dizque” médicos, y la multiplicación y fortalecimiento de unidades productivas -con especies mejoradas y toda la cosa- a lo largo y ancho de la geografía del país de uncle Sam, son importantes componentes del escenario por venir, pero no es fácil imaginarlo en su complejidad.

Por lo pronto, tomen nota de que ninguna precaución sale sobrando, cuando ustedes viajen en autobús, shuttle van o carro particular ya que tendrán que enfrentar a esos personajes de la carretera, generalmente siniestros, que en el mejor de los casos sólo te interrogan sobre tu identidad, tu ocupación y el tipo de carga que transportas. 

Ellos -  a quienes mantenemos con nuestros impuestos-  son los guardianes de la patria y todos los demás  somos culpables, hasta que podamos demostrar que somos inocentes.

2 comentarios:

  1. Vayamos discutiendo la legalización; mientras aquí se mata y destruye a toda una generación con el pretexto de la guerra contra las drogas en el país del norte ya empiezan a legalizarla con el argumento de que es medicinal; pero incluso ya están yendo mas allá, legalizando el consumo recreativo; mientras que, en México el ignaro metrosexual de intento de presidente que impusieron los poderes fácticos no cambia el guion impuesto por la hipocresía prohibicionista dando cero argumentos del por que no a la legalización y/o regulación de los estupefacientes.

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    1. Exactamente mi bien apreciado Ñapi, la razón es que no nomás a ellos (la casta dominante) no le afecta el desmadre en las calles y carreteras, sino que salen directamente beneficiados, cada quien a su nivel, el chotita municipal bolseando chavos en los barrios o cobrando piso en los tiraderos, hasta los secretarios que reciben maletines repletos de dólares, para que se vayan con sus queridas de compras a Las Vegas. Pero a las presentes generaciones les corresponde organizarse, denunciar, luchar. Sólo una sociedad civil consciente y organizada puede contrarrestar el mal. Saludos

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