domingo, 20 de abril de 2014

Expo-Ganadores





Edgar Piña Ortiz


            “En la ganadería el único que trabaja es el toro”, es una frase repetida inclusive por los propios ganaderos de Sonora.

            Con más de 11 millones de hectáreas dedicadas al monte y al agostadero, la ganadería sonorense sólo es capaz de inventariar poco más de millon y medio de cabezas de ganado bovino y constituye  actividad  productiva de alrededor de 5, 000 viviendas y miles de predios en el territorio del estado.

            Producto del histórico privilegio jurídico que la hace intocable, la posesión ganadera es la gran rémora social que sostiene el holgado modo de vida de unas cuantas familias acaparadoras de extensos latifundios.

            Esta fabulosa concentración  de  extensiones ganaderas, obstaculiza el aprovechamiento de tierra útil para el sustento productivo de ranchos, granjas, rancherías y pueblos que de otra forma vivirían de una explotación económica de los recursos, socialmente justa, sectorialmente equilibrada y ecológicamente sustentable.

            En lugar de inversiones, siembras, obras, cultivos, alimentos, empleo, sueldos, vida, los predios ganaderos son, salvo las excepciones destinadas al recreo y la presunción, imágenes de abandono, aridez y causa directa del  deterioro  de la flora y fauna silvestre.

            El modelo de producción extensiva y esencialmente depredadora con que se rige la ganadería sonorense, es socialmente nocivo porque no es capaz de producir la leche, la mantequilla y el queso que demanda la población residente y visitante del estado.

            En la misma forma, la ganadería es una actividad productiva no integrada porque no genera suficientes y vigorosas cadenas productivas con la  industria, el comercio y los servicios. De ahí lo exótico que resulta en Sonora, hablar de industria peletera y zapatera, por recordar lo más obvio.

            La industria engordadora sonorense, se encuentra en posición de franco estancamiento, no porque en el mundo no exista demanda y gusto por la buena carne, sino porque se enclava en el entorno general de altos costos y  anacrónicos modos de hacer negocios, que caracterizan la cultura empresarial sonorense.

            Comprar vaquillas cargadas y exportar becerros es el trabajo más “complicado y riesgoso” que temporalmente tienen que desempeñar los señores ganaderos. Esto les permite  conservar la ventaja de mantener cuentas en dólares en bancos de Estados Unidos y de visitar las oficinas bancarias locales en busca de avíos baratos en pesos mexicanos que les eviten repatriar recursos ganados con el sudor...del toro.
 
           Participantes en otras actividades y sectores productivos, los dueños del agostadero en decadencia -- sólo parcialmente regenerado por la bendita lluvia--,  alardean de perder en una noche de casino, el equivalente a la inversión necesaria para construir un productivo establo de vacas contentas.

            Con agrarismo o sin él, bajo modelos proteccionistas o liberales, con avance tecnológico o no, el sector ganadero constituye herencia perversa de modos de producción conceptualmente superados, pero infortunadamente presentes para beneficio privilegiado de una clase que parasita sobre la mayor parte de la geografía sonorense.

            Pero hay vamos los sonorenses a la Expo-Gan, vestidos de cowboys, botas de víbora de cascabel, camisa a cuadros y, of course, sombrero 30 equis, a sentir el olor de la buñiga y la riqueza, del steak y la cerveza, mientras que cientos de técnicos, investigadores y profesionistas, conocedores de pastos, razas, cruces, rendimientos, están desocupados o  mal ocupados rumiando la amargura de un país que no les ofrece empleo y sustento.

            La feria ganadera de los sonorenses,  falla en la celebración del premio al mejor método de explotación del monte, pero es eficaz para publicitar a la vedete que se va a presentar en el palenque. El visitante usual a los corrales de la Unión Ganadera Regional,  no sensibiliza el valor de un  premio  al éxito por conseguir la raza más productiva en nuestro clima y suelo, pero gasta todo el efectivo en la pelea de gallos y esto es lo que interesa a los patrocinadores del evento.

            Manifestaciones, candidatas, bailes, reynas, palenques, jaripeos, tianguis de polvo y cheve, desvalorizan   la importancia de la asamblea, la exposición, la conferencia técnica, pero en cambio  proporcionan motivación bastante para el jolgorio, el alboroto, el gasto forzado, el disfrute hueco y la cruda,  cortesía ésta de su marca preferida.

            Expo-Gan, la feria orgullo de los sonorenses, la fiesta ranchera de los ganadores, los ganadores que todos queremos ser, pero que no podemos, casualmente porque un segmento de la población...ya nos ganó.

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