Todos los días, a todas
horas, los 365 días del año, es posible observar a los usuarios de las redes
sociales asumiendo posiciones, dando likes y respondiendo a posts sobre temas de política y economía. Esto está
bien porque todos los seres humanos tenemos el derecho fundamental a pensar y a
opinar y nadie se deberá oponer a tal cosa, siempre y cuando las personas no
atenten contra las derechos de otros individuos a pensar y opinar. Sin embargo,
más allá de los derechos humanos a pensar y a expresarse, se presenta una
situación a la quiero hacer referencia.
¿Qué pensaría usted si un
sociólogo, sin contar con ninguna preparación en el campo de la química hace
una crítica sobre una formula química rechazándola o aceptándola, haciendo uso de su derecho a pensar y a
opinar? ¿O qué diría usted de un economista que sin una elemental idea de las
técnicas y habilidades de la composición o la ejecución musical rechaza o
elogia un desempeño artístico de una orquesta o una filarmónica, yendo más allá
de su derecho a disfrutar, a sentir, a aplaudir una obra musical? Otras más,
¿qué diría usted de un jornalero agrícola que jamás ha tenido en sus manos un
texto especializado en pintura pero critica enfáticamente una pintura de Picasso,
Dalí o Miró?
Si yo estoy en medio de la
nada con una falla en mi automóvil y un carnicero en viaje carretero se ofrece ayudarme a salir
del problema, basándose en su experiencia personal, pues esa es una situación
afortunada y siempre le estaré agradecido al carnicero por ayudarme a salir de
una situación problemática, pero normalmente cuando mi carcachita falla la
llevo con el mecánico ¿no es cierto? Bueno todo esto viene a cuento porque a
cada rato veo descalificaciones, rechazos, etiquetazos y hasta malestar y
deterioro de relaciones humanas, personales y familiares por causa de temas de política
y economía. Dijo Adam Smith hace algunas centurias que la desigualdad
intrínseca de los seres humanos en cuanto a conocimientos, habilidades,
preparación, deseos y preferencias, se resuelve en el mercado en un beneficio
social que no es la intención de los seres humanos, gracias a los fenómenos
sociales de la especialización y la división del trabajo.
Un sabio dicho popular es:
zapatero a tus zapatos. Y sí, estoy de acuerdo, no soy músico pero me gusta,
prefiero y aplaudo una melodía de Paul McCartney, es mi derecho y lo seguiré
ejerciendo. También tengo mis preferencias políticas, pero en esto si tengo un poco
más de fundamentos ya que a he estado metido en el campo de la economía
política desde que era un menor de edad y siempre he estado dispuesto a ser
cauteloso cuando se trata de opinar o asumir posiciones sobre medicina o astronomía o física cuántica.
Usted, que tuvo la paciencia para llegar a este punto en la lectura: ¿está de
acuerdo en lo anteriormente escrito o está dispuesto a menospreciar y hasta a
insultar a quien no comparte sus preferencias políticas?
Bien maestro Piña, claridoso, sensato y didáctico.
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