Edgar Piña Ortiz
No es
necesario ir a buscar los hechos, los eventos, los significados. Estos inundan
el espacio electrónico de nuestros días y sólo basta darse tiempo para captarlos,
observarlos y con un poco de esfuerzo conceptualizarlos, cada quien de acuerdo
a sus conocimientos, cultura, preferencias, emociones, pasiones, intereses e
ideologías.
En mi caso
personal las percepciones generadas por el entorno están relacionada con la
idea de que estamos ante la convergencia
de varias pandemias, las cuales están
modificando radicalmente los escenarios económicos, políticos, de salud
pública, educativos, culturales y religiosos, entre otros.
Sin pretender
la exhaustividad en el análisis, podemos decir que entre las partes más
notables de la pandemia de pandemias, habremos de mencionar algunos. La primera,
la madre de todas las pandemias es la del COVID-19, luego la de las políticas
populistas, la de la violencia y la relativa a las trampas de la tecnología.
La pandemia
madre se manifiesta, se enseñorea del espacio de todos nosotros y se hace
acompañar de un sobresaliente elenco. No abundaremos en ella porque nada
aportaríamos en el tsunami informativo que trata el tema. Pero sí mencionaremos
que el roll coestelar del COVID-19, lo
lleva el del populismo poli geométrico, es
decir, el que se da desde la derecha extrema hasta la izquierda también
radical, para usar un lenguaje conocido.
Esta otra
pandemia del populismo y las ideologías colectivas descalificadas por la
historia, se encuentra instalada desde hace algún tiempo en la percepción, los
sentimientos, las emociones de las grandes mayorías, principalmente en aquellos
sectores insuficientemente preparados en las áreas del conocimiento nada
sencillo de la política y la economía.
Los populismos
de derecha y de izquierda, germinan y crecen si una masa crítica de la
población desconoce, en la mayoría de los
casos inadvertidamente, el funcionamiento básico de las relaciones de poder y
si tampoco quienes la padecen aprobarían un curso básico de economía, porque si
no fuera el caso tal vez podrían entender que no hay desayuno gratis y que el
gobierno no es ni siquiera parte de la
solución sino el problema en sí mismo.
Si una mayoría
de individuos y familias de una sociedad ignora que las relaciones y manifestaciones
del poder se presentan en todos los
niveles y en todos los espacios, desde los sistemas bacterianos hasta las formas
“superiores” como los humanos y esa mayoría no tiene una sola idea de cómo se muestran
y cómo le afectan esas manifestaciones
del poder, entonces es presa fácil, digamos,
del modo prepotente y altanero de un presidente emperador, de voz atiplada y
cabellera amarilla, que desafía a sus adversarios desde la Casa Blanca en la
capital del imperio.
Y si esa
mayoría vive al sur del río Bravo y es todavía más desconocedora de los asuntos
básicos de la política y la economía, pues es fácilmente atrapada por el modito pausado, en cámara
lenta, del mesías tropical, que le ofrece las perlas de la virgen y hasta la
virgen misma, todas las mañanas.
En disputa
reñida con la pandemia de los populismos – y su otra cara la de las ideologías
obsoletas, descalificadas por la historia, pero sin embargo vigente en el
corazón y en la mente de enormes sectores de la población--, está la pandemia
de la violencia.
Violencia
policial contra ciudadanos en el lugar y el tiempo equivocado y contra manifestantes
en el terreno y el momento convocado para la protesta.
Violencia
política de pandillas patrocinadas por figuras públicas que vandalizan, roban,
agreden y atentan contra las propiedades y negocios pequeños y si se presenta
la oportunidad contra la vida de ciudadanos y servidores públicos, total de lo
que se trata es de detonar el caos y la inestabilidad.
Violencia del
narco que en su simple y eterna disputa por los territorios y corredores continentales
de la droga, los dólares y las armas, tiñe de rojo las noticias diarias y no
deja espacio para otro tipo de información.
Violencia
política del gobierno (prefiero este término al de Estado), al aprovechar en
nuestro país, el púlpito de Palacio Nacional, para declarar la guerra a los
opositores, al tiempo que con un gesto y ademán obsceno el residente titular del
Templo Mayor vocifera con ese gesto amargo, lleno de rencor y a la vez burlesco,
que la revolución para implantar el socialismo del siglo XXI en México no podrá
ser impedida por los conservadores, los neoliberales.
Violencia
social implosionada en los hogares mexicanos, que victimiza a mujeres, niños,
jóvenes y adultos y que fue detonada por
el estado de sitio que so pretexto de la pandemia del coronavirus, se le ha impuesto
a la población indefinidamente y sin resultados positivos a la vista.
Violencia
psicológica contra las emociones y percepciones de la población, al aprovechar
la gigantesca cobertura de periódicos, televisoras, cadenas radiales y redes
sociales, para inundar de mensajes agresivos, bravucones, burlescos,
prepotentes, el espacio público y privado de la sociedad mexicana.
Luego está la
pandemia de las trampas tecnológicas que se presenta en una población
cuarentenada, sometida al tsunami de información instantánea que trae noticias
ciertas, mezcladas con otras falsas, pero todas manipuladas para generar
reacciones planeadas por todo tipo de intereses, conocidos algunos y otros no
tanto. La también llamada infodemia, es capaz de capturar el ánimo y la
voluntad de miles de personas, en cuestión de horas, y entre sus consecuencias
notables se encuentra el temor, el pánico, la confusión en amplios sectores de
la población.
Esta apresurada
mención de los males colectivos que
invaden el escenario que los individuos,
las familias y los diversos sectores de la sociedad contemporánea comparten hoy
en día, es el caldo de cultivo del que
emergen los grupos de poder, los liderazgos
espurios que conducen a los gobernados a condiciones económicas y
políticas insufribles, caóticas, inestables, violentas, difíciles de mejorar.
De esta forma
transcurren ciclos, etapas, periodos que oscilan entre opciones aparentemente
antagónicas, pero que en realidad se retroalimentan, se refuerzan impidiendo a
las sociedades avanzar a los estadios de desarrollo potencialmente alcanzables
con los recursos productivos disponibles en sus territorios.
En un
escenario de pandemias múltiples, las instituciones, los gobiernos, los
partidos políticos, los grupos de poder no alcanzan a organizarse y actuar en
beneficio de la sociedad y los sectores productivos. Sin embargo, de ahí
emergen también, de vez en cuando, liderazgos auténticos capaces de responder a
los retos de la política y la población.
Cuando una
sociedad agota sus opciones y alternativas de gobierno y las condiciones de
vida no mejoran; cuando ya no hay
discurso que convenza; cuando no se observan acciones que repercutan en la
expectativa personal acariciada, la necesidad satisfecha, la fe recompensada,
los individuos, las familias, los grupos, los sectores esperan y reciben con
agrado al líder diferente, con otro trato, otra visión, otra perspectiva y otro
discurso.
Estamos
hablando de los liderazgos espontáneos, de la emergencia inesperada de
individuos que asumen los riesgos de desafiar las estructuras del poder y que
buscan la oportunidad de ofrecer a la sociedad de la que emergen su esfuerzo
por mejorarla, por cambiarla.
En México
tenemos buenos ejemplos de liderazgos emergentes que han arribado a instancias
de poder, como es el caso del actual gobernador de Nuevo León, el ingeniero
Jaime Rodríguez Calderón, quien llegó al puesto como candidato independiente,
en octubre de 2015.
Otros ejemplos
conocidos son el de Manuel Clouthier Carrillo, quien llegó a ocupar una
diputación federal en 2015 y es hijo de otro candidato independiente al
gobierno federal en 1988, el señor Manuel Clouthier del Rincón. Mencionemos
también a Pedro Kumamoto candidato independiente vencedor al Congreso Local de
Jalisco de 2015 a 2017, cuando pidió licencia para contender por una senaduría
en 2018, misma que no ganó.
En el estado
de Sonora, se cuenta con antecedentes de candidaturas independientes al
Congreso del Estado, para el período 2018-2021 y también otros casos a nivel de
presidencias municipales para el mismo período.
Para las
elecciones a gobernador del Estado para el período 2021-2026 y para presidentes
municipales del trienio 2021-2024, se espera que se presenten candidaturas
independientes, las cuales, además de las dificultades enormes que normalmente
encuentran los ciudadanos, por ahora hay que agregar los obstáculos que plantea
la pandemia del COVID-19.
Esta
expectativa nace de la noticia de que un ciudadano sonorense, el licenciado
Jesús Francisco Arvayo Arellano, de amplia trayectoria política y empresarial,
además de funcionario por muchos años de la empresa pública Petróleos
Mexicanos, ha decidido contender por la gubernatura del estado para el período
2021-2026.
Enorme tarea,
sin duda, en un escenario de pandemias que complica el panorama de por sí complejo,
cuando se trata de desafiar a los partidos políticos y a los grupos de poder
que tradicionalmente han dominado los escenarios políticos de Sonora.
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