viernes, 19 de junio de 2020

PANDEMIAS Y CANDIDATURAS CIUDADANAS


Edgar Piña Ortiz
 
No es necesario ir a buscar los hechos, los eventos, los significados. Estos inundan el espacio electrónico de nuestros días y sólo basta darse tiempo para captarlos, observarlos y con un poco de esfuerzo conceptualizarlos, cada quien de acuerdo a sus conocimientos, cultura, preferencias, emociones, pasiones, intereses e ideologías. 

En mi caso personal las percepciones generadas por el entorno están relacionada con la idea de que estamos ante la  convergencia de varias pandemias, las cuales  están modificando radicalmente los escenarios económicos, políticos, de salud pública, educativos, culturales y religiosos, entre otros.

Sin pretender la exhaustividad en el análisis, podemos decir que entre las partes más notables de la pandemia de pandemias, habremos de mencionar algunos. La primera, la madre de todas las pandemias es la del  COVID-19, luego la de las políticas populistas, la de la violencia y la relativa a las trampas de la tecnología.

La pandemia madre se manifiesta, se enseñorea del espacio de todos nosotros y se hace acompañar de un sobresaliente elenco. No abundaremos en ella porque nada aportaríamos en el tsunami informativo que trata el tema. Pero sí mencionaremos que el roll coestelar del COVID-19,  lo lleva el del populismo poli geométrico,  es decir, el que se da desde la derecha extrema hasta la izquierda también radical, para usar un lenguaje conocido.

Esta otra pandemia del populismo y las ideologías colectivas descalificadas por la historia, se encuentra instalada desde hace algún tiempo en la percepción, los sentimientos, las emociones de las grandes mayorías, principalmente en aquellos sectores insuficientemente preparados en las áreas del conocimiento nada sencillo de la  política y la economía.

Los populismos de derecha y de izquierda, germinan y crecen si una masa crítica de la población  desconoce, en la mayoría de los casos inadvertidamente, el funcionamiento básico de las relaciones de poder y si tampoco quienes la padecen aprobarían un curso básico de economía, porque si no fuera el caso tal vez podrían entender que no hay desayuno gratis y que el gobierno no es ni siquiera parte de  la solución sino el  problema en sí mismo.

Si una mayoría de individuos y familias de una sociedad ignora que las relaciones y manifestaciones del poder se presentan en todos  los niveles y en todos los espacios, desde los sistemas bacterianos hasta las formas “superiores” como los humanos y esa mayoría no tiene una sola idea de cómo se muestran y cómo le  afectan esas manifestaciones del poder,  entonces es presa fácil, digamos, del modo prepotente y altanero de un presidente emperador, de voz atiplada y cabellera amarilla, que desafía a sus adversarios desde la Casa Blanca en la capital del imperio. 

Y si esa mayoría vive al sur del río Bravo y es todavía más desconocedora de los asuntos básicos de la política y la economía, pues es fácilmente  atrapada por el modito pausado, en cámara lenta, del mesías tropical, que le ofrece las perlas de la virgen y hasta la virgen misma, todas las mañanas.

En disputa reñida con la pandemia de los populismos – y su otra cara la de las ideologías obsoletas, descalificadas por la historia, pero sin embargo vigente en el corazón y en la mente de enormes sectores de la población--, está la pandemia de la violencia.

Violencia policial contra ciudadanos en el lugar y el tiempo equivocado y contra manifestantes en el terreno y el momento convocado para la protesta.

Violencia política de pandillas patrocinadas por figuras públicas que vandalizan, roban, agreden y atentan contra las propiedades y negocios pequeños y si se presenta la oportunidad contra la vida de ciudadanos y servidores públicos, total de lo que se trata es de detonar el caos y la inestabilidad.

Violencia del narco que en su simple y eterna disputa por los territorios y corredores continentales de la droga, los dólares y las armas, tiñe de rojo las noticias diarias y no deja espacio para otro tipo de información.

Violencia política del gobierno (prefiero este término al de Estado), al aprovechar en nuestro país, el púlpito de Palacio Nacional, para declarar la guerra a los opositores, al tiempo que con un gesto y ademán obsceno el residente titular del Templo Mayor vocifera con ese gesto amargo, lleno de rencor y a la vez burlesco, que la revolución para implantar el socialismo del siglo XXI en México no podrá ser impedida por los conservadores, los neoliberales.  

Violencia social implosionada en los hogares mexicanos, que victimiza a mujeres, niños, jóvenes  y adultos y que fue detonada por el estado de sitio que so pretexto de la pandemia del coronavirus, se le ha impuesto a la población indefinidamente y sin resultados positivos a la vista.

Violencia psicológica contra las emociones y percepciones de la población, al aprovechar la gigantesca cobertura de periódicos, televisoras, cadenas radiales y redes sociales, para inundar de mensajes agresivos, bravucones, burlescos, prepotentes, el espacio público y privado de la sociedad mexicana.

Luego está la pandemia de las trampas tecnológicas que se presenta en una población cuarentenada, sometida al tsunami de información instantánea que trae noticias ciertas, mezcladas con otras falsas, pero todas manipuladas para generar reacciones planeadas por todo tipo de intereses, conocidos algunos y otros no tanto. La también llamada infodemia, es capaz de capturar el ánimo y la voluntad de miles de personas, en cuestión de horas, y entre sus consecuencias notables se encuentra el temor, el pánico, la confusión en amplios sectores de la población.

Esta apresurada mención de   los males colectivos que invaden  el escenario que los individuos, las familias y los diversos sectores de la sociedad contemporánea comparten hoy en día,  es el caldo de cultivo del que emergen los grupos de poder, los liderazgos  espurios que conducen a los gobernados a condiciones económicas y políticas insufribles, caóticas, inestables, violentas, difíciles de mejorar. 

De esta forma transcurren ciclos, etapas, periodos que oscilan entre opciones aparentemente antagónicas, pero que en realidad se retroalimentan, se refuerzan impidiendo a las sociedades avanzar a los estadios de desarrollo potencialmente alcanzables con los recursos productivos disponibles en sus territorios.
 
En un escenario de pandemias múltiples, las instituciones, los gobiernos, los partidos políticos, los grupos de poder no alcanzan a organizarse y actuar en beneficio de la sociedad y los sectores productivos. Sin embargo, de ahí emergen también, de vez en cuando, liderazgos auténticos capaces de responder a los retos de la política y la población.

Cuando una sociedad agota sus opciones y alternativas de gobierno y las condiciones de vida no mejoran;  cuando ya no hay discurso que convenza; cuando no se observan acciones que repercutan en la expectativa personal acariciada, la necesidad satisfecha, la fe recompensada, los individuos, las familias, los grupos, los sectores esperan y reciben con agrado al líder diferente, con otro trato, otra visión, otra perspectiva y otro discurso.

Estamos hablando de los liderazgos espontáneos, de la emergencia inesperada de individuos que asumen los riesgos de desafiar las estructuras del poder y que buscan la oportunidad de ofrecer a la sociedad de la que emergen su esfuerzo por mejorarla, por cambiarla.

En México tenemos buenos ejemplos de liderazgos emergentes que han arribado a instancias de poder, como es el caso del actual gobernador de Nuevo León, el ingeniero Jaime Rodríguez Calderón, quien llegó al puesto como candidato independiente, en octubre de 2015. 

Otros ejemplos conocidos son el de Manuel Clouthier Carrillo, quien llegó a ocupar una diputación federal en 2015 y es hijo de otro candidato independiente al gobierno federal en 1988, el señor Manuel Clouthier del Rincón. Mencionemos también a Pedro Kumamoto candidato independiente vencedor al Congreso Local de Jalisco de 2015 a 2017, cuando pidió licencia para contender por una senaduría en 2018, misma que no ganó.

En el estado de Sonora, se cuenta con antecedentes de candidaturas independientes al Congreso del Estado, para el período 2018-2021 y también otros casos a nivel de presidencias municipales para el mismo período.

Para las elecciones a gobernador del Estado para el período 2021-2026 y para presidentes municipales del trienio 2021-2024, se espera que se presenten candidaturas independientes, las cuales, además de las dificultades enormes que normalmente encuentran los ciudadanos, por ahora hay que agregar los obstáculos que plantea la pandemia del COVID-19.

Esta expectativa nace de la noticia de que un ciudadano sonorense, el licenciado Jesús Francisco Arvayo Arellano, de amplia trayectoria política y empresarial, además de funcionario por muchos años de la empresa pública Petróleos Mexicanos, ha decidido contender por la gubernatura del estado para el período 2021-2026.

Enorme tarea, sin duda, en un escenario de pandemias que complica el panorama de por sí complejo, cuando se trata de desafiar a los partidos políticos y a los grupos de poder que tradicionalmente han dominado los escenarios políticos de Sonora.

Celebramos que existan personas con la experiencia, la formación, la visión y la voluntad de enfrentar los retos que plantean las candidaturas ciudadanas y esperamos que muchos otros sonorenses resuelvan decidirse a contender en forma independiente por los municipios del estado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario