lunes, 6 de julio de 2020

EL VIAJE DE LA ABYECCIÓN



Por Edgar Piña Ortiz



El próximo viaje del presidente AMLO a la capital del imperio yanqui, los días 8 y 9 de julio puede observarse desde muchos puntos de vista. Nos referiremos sólo a algunos de ellos.

El más notable, es el que  se relaciona con el momento, la coyuntura, las condiciones prevalecientes en los dos países.

Al inicio del segundo semestre de  2020, las dos naciones se encuentran en el ascenso incontrolable de una curva de contagios y mortalidad, provocados por la pandemia COVID-19, que se puede comparar  con  un túnel oscuro y prolongado cuya luz al final nadie se atreve a pronosticar.

Como en cualquier guerra, el supuesto básico sería que los presidentes dedicaran su tiempo y esfuerzo a sacar adelante las economías y la salud de los habitantes y un poco menos a pensar en reelecciones y encuestas de popularidad. Pero, ahí están los dos presidentes con ánimos reeleccionistas puestos a tomar el pódium del palacio blanco en el 1600 de la avenida Pennsylvania, en la capital de la Unión Americana.

Enseguida viene el de los temas probables a tratarse en la visita. El presidente Trump, a su estilo, no ha demorado en revelar los temas que le interesan y que no son nada nuevos. Narco-tráfico-terrorismo, migraciones masivas y amenazantes para la nice society de Norteamérica y la guerra comercial, arancelaria, promovida por  el corporation power cabildeando permanentemente en la Casa Blanca y en el palacio de Capitol Hill en Washington, D.C.

Acá en nuestro país, las noticias provenientes del Gran Teocalli de la CEDEMEX, solo hablan del T-MEC y de la defensa de una dignidad y soberanía que encandilan por su ausencia.

El T-MEC, opinan los expertos, como todo esfuerzo humano de concertación, tiene ventajas y desventajas, tiene aciertos, amenazas y oportunidades para los tres países y parece no haber posibilidad alguna de mejorarlo en el corto plazo, puesto que apenas empieza a caminar. Por ello, la conversación deberá girar sobre los mismos temas: porcentajes de integración industrial y cadenas regionales de valor, energéticos, derechos de propiedad, condiciones salariales y laborales; y seguridades para la inversión y las empresas, por mencionar los más publicitados.

El siguiente aspecto a considerar  por el momento es el que se refiere a los antecedentes de personalidad e intereses personales de los mandatarios.

No es necesario  poner sobre la mesa la colección abundante de insultos, denostaciones, amenazas, bravuconadas del presidente Trump para México y los mexicanos y al momento no resulta difícil  encontrar indicios de que su actitud, conductas y expresiones, siguen la misma tónica, como lo ilustra el hecho que para empezar el visitante y jefe del Estado Mexicano no habrá de ser alojado en la residencia oficial en que se hospedan las personalidades que visitan la Casa Blanca sino en un hotel por ahí, según informa el embajador de ese país en el nuestro.

En sus casi setenta años de edad y sus cincuenta de campaña electoral, el ahora presidente AMLO, ha utilizado un discurso, una ideología, una propuesta identificadas definitivamente con la izquierda socialista, nacionalista, anticapitalista y antiimperialista. De acuerdo con todo esto, existen materiales periodísticos en los que el personaje se ha mostrado muy picudo en contra de su homólogo norteamericano y hasta uno de los libros que le han escrito, “Oye Trump”, creo se titula,  se refiere a poner en su lugar al fanfarrón de la Casa Blanca. Sin embargo, muy estilo pejelagarto,  sus explicaciones recientes hablan de cooperación, amistad, respeto,  soberanía y esas cosas, que encandilan por su ausencia.

La pregunta surge: ¿por qué ese cambio de actitud, de discurso? ¿Qué hay detrás de la decisión de no confrontar, no exigir y por qué esa decisión de viajar y entrevistarse con el soberbio presidente que le dice “amigo” a López, al tiempo que lo cita en su casa para tomarse unas buenas fotos e inundar por unos días la media norteamericana, la cual seguro llega a más de 30 millones de méxico-americanos y a muchos más del preponderante segmento WASP (White Anglo-Saxon Protestants) de la población estadounidense. Los dos segmentos celebrarán con júbilo el que su presidente imponga el interés de la great america sobre Mexicanos, Chinos y Centroamericanos, principalmente.

Empresas pequeñas, medianas y grandes al igual que sus organizaciones sindicales y profesionales, saborean con agrado las noticias que  significan la disminución de las ventajas comparativas espurias de salarios, prestaciones  y condiciones de trabajo que tiene México, el socio débil del T-MEC, frente a los socios ricos del norte. Estos segmentos de la población también cabildean, también votan, también influyen en las elecciones. Seguro van a estar contentos con las palabras triunfalistas del presidente de la cabellera amarilla, en los noticiarios en todo el país gabacho.

Mientras tanto, acá en nuestro terruño el ánimo, la expectativa, las demandas de sus habitantes están vinculadas a una economía semiparalizada y en busca de nuevas formas de operar y a una sociedad angustiada, inmovilizada, amenazada, lastimada, enferma, diezmada, en agonía.

En estas condiciones, ¿qué negocios tiene el  Rey de las Mañaneras del zócalo capitalino en el hermoso Distrito de Columbia --en la ribera del río Potomac, entre los estados de Maryland y Virginia--, cuando acá los sistemas de salud están colapsados y las administraciones locales no atinan a gobernar con acierto y sensatez? ¿Por qué en vez de ir a charlar sobre beisbol en los confortables sillones de la Casa Blanca, el nuevo Tlatoani no se concentra en resolver carencias en las zonas críticas por la enfermedad del coronavirus aquí en nuestro país?

Las intenciones del presidente número 45 de los Estados Unidos de Norteamericana son más que evidentes: desea seguir viviendo en el Distrito de Columbia y si para ello es provechoso recibir al presidente de los  bad hombres del sur del rio Grand, pues tráiganmelo para acá. Pero, ¿cuál es el provecho, la ganancia, el interés para nuestro hombre?

Esta es nuestra hipótesis.

Empeñado por sí mismo en su llamada Cuarta Transformación -- con la cual sueña figurar en los altares de la patria sudamericana junto a Juárez, Bolívar y Fidel Castro-- y empujado por los creadores del Foro de Sao Paulo --cuyos planes acelerados consisten en enquistarse en el rico territorio mexicano para vivir bien y a sus expensas--, el hombrecito de Macuspana, Tabasco, piensa que no es momento de oponerse a los deseos del neoyorquino poderoso  y show man metido a político y correr el riesgo de enemistarse con él y sufrir las consecuencias de su ira, poniendo en riesgo su permanencia en el Gran Teocalli.

De otra forma no se explica la forma ignominiosa, abyecta, humillante de agarrar un vuelo comercial, aterrizar en el Dulles International Airport, hospedarse en un hotel tres estrellas y esperar las blazers del servicio secreto para ir a reunirse con el hombre de la soberbia a flor de piel que quiere reelegirse.

Usted amigo, amiga ¿Qué opina?

2 comentarios:

  1. El encuentro de os Narcisos. Uno de extrema derecha y el otro de extrema izquierda. Me gusta la hipótesis personal y coincido con ella.

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    1. Exacto es buena descripción. Dos populistas en busca de la reelección y los dos son extremistas.

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