Edgar Piña Ortiz
Es el antiquísimo
dicho "pan y circo" en presentación posmodernista, globalizada,
tecnológicamente avanzada y financieramente súper redituable. Tiene un efecto
penetrante en todas las capas de la población y representa una herramienta
eficaz de adormecimiento sobre las masas. Es el fútbol soccer.
Muchísimas cosas son
de llamar la atención y cada quien puede resaltar algún aspecto del
espectáculo, deporte, entretenimiento y negocio multimillonario, de acuerdo a
su visión de las cosas. Es exactamente esa variedad amplia de intereses y
facetas, lo que explica el ambiente casi totalizador que el fútbol provoca en
la sociedad actual.
Todas las
civilizaciones y casi todas las culturas, aún las más primitivas, utilizan los
fenómenos naturales, los sucesos extraordinarios, los deportes y las artes,
para producir espectáculos cuyo objetivo final es vender una idea, un producto
o servicio, pero también alimentar una creencia, un mito, un temor, una
expectativa, un sueño, y para lograr un rompimiento de tensión acumulada.
Mientras esos eventos
suceden los aspectos trascendentes para la vida económica y política de las
poblaciones van quedando como reservados, arcanizados, manejados y resueltos
por reducidas elites cuyas motivaciones insubstituibles son la conservación y
si se puede el mejoramiento del status personal y de grupo al que pertenecen.
Si se logra que
millones y millones de individuos se ocupen más del destino de un balón, que de
mejorar la condición humana propia y de la familia, entonces es más fácil que
unos pocos tomen las decisiones que afectan a todos.
En la Gran Tenochtitlan a cada fiesta, ceremonia,
rito, ofrenda y sacrificio, acudía la totalidad de la población a presenciar de
propia vista, la final inmolación de las elegidas o elegidos en honor de tal o
cual deidad, quien así calmaría su furia y enviaría a cambio lluvias, buenas
cosechas, bendiciones a sus buenos hijos aquí en la tierra.
Durante la colonia, en la Nueva España, se reunía toda
la población de la Cd. de México, en la plaza de la Santa Inquisición, para
presenciar la ejecución de sentencia del Santo Oficio, en el cuerpo y alma de
una bruja, un hereje, un judío, un moro o un endemoniado.
En la magia hipnótica
de un estadio repleto de color, movimiento, animación, ruido y entusiasmo,
encuentra el ciudadano de la República, la medicina que alivia la angustia, la
frustración, el coraje de no tener, de no consumir todo lo que se anuncia
antes, durante y después del espectáculo. En el multimillonario coro que grita
¡goooool! encuentra el chambeador de la economía formal o subterránea, la
salida a la tensión constante que provoca la abundancia aparente de bienes y
consumos, frente al poder de compra limitado, muy limitado.
Hoy el empleado, el técnico, el chofer, el obrero, el profesionista, se clavan en la tele a
presenciar espectáculos, eventos, competencias, peleas, confrontaciones,
coronaciones, sacrificios, ritos, ceremonias, triunfos y derrotas, para
desahogar presiones de un trabajo rutinario y mal pagado en un ambiente laboral
difícil, conflictivo y desmotivamente.
¿A quien le interesa
el estancamiento y retroceso productivo, la des-generación de empleos, el alza
constante, los monopolios privados y del gobierno, la pobreza, la inseguridad, la corrupción total,
la partidocracia, la mercadotecnia política? ¿A quien le importa el desarrollo
económico y político, la organización de la sociedad civil, la conservación de
los recursos naturales, la educación de nuestros hijos, la prosperidad y el
disfrute responsable de la libertad individual?
¿Para que hablar de
cosas complicadas, conflictivas, polémicas y sobre las cuales nunca nos
pondremos de acuerdo? Mejor vamos al partido, mejor compramos una cervezas y
encendemos la televisión. Eso es real, palpable, entendible, accesible,
disfrutable.
¡Disfrutemos la
fiesta mundial del fútbol, dejémonos llevar por la emoción! Si no hay changarro
que cuidar, profesión que mejorar, realidad que transformar, dinero que contar,
ganancias que contabilizar, entrémosle a la droga que entra por los ojos, esa
sí te prende, …pierdas o ganes.
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